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Actualizado: 4 de junio de 2025
Pero, prosiguiendo su soliloquio de preguntas, Chemed prosiguió también su camino, sin interrogar al mancebo, que parecía estar furioso, y sin atreverse siquiera a pararse y a bajar de la silla de manos, en medio de gente extraña, cuya lengua no entendía, porque hablaban el ibero, que, como ya queda dicho, era lo que se llama hoy el vascuence.
Imposible: imposible la educacion de los hijos, que se perfecciona en casa, al calor del hogar; imposibles las afecciones que nacen, crecen, se desarrollan y viven dentro de casa, y solo allí; imposible la familia, que se dispersa y vive en la calle, y siendo imposible la familia, imposible es tambien la sociedad; y esto es lo que sucede en Paris, esto es lo que yo he visto, estas son las costumbres sociales de la capital de Francia, que muchos presencian sin pararse á deducir consecuencias; esto es lo que ven todos los extranjeros.
Pero Areche pensaba que el rey lo había enviado al Perú para que, sin pararse en barras, enriqueciese el real tesoro a expensas de la tierra conquistada, y que los peruanos eran siervos cuyo sudor, convertido en oro, debía pasar a las arcas de Carlos III. Por lo tanto, informó al soberano que Guirior lo embarazaba para esquilmar el país y que nombrase otro virrey, pues su excelencia maldito si servía para lobo rapaz y carnicero.
Lo cierto es, que unas veces el entendimiento en una cosa remota ve con claridad la conexîon que tiene con las verdades primitivas, especialmente si es agudo, sagaz, y habituado á raciocinar, y al punto asiente, ó disiente á ella, como que tácitamente, y en un momento descubre todo el enlace de razonamientos con que se llega á los primeros principios: otras veces no ve tan de cerca esta conexîon, y entonces conviene pararse, y ir descubriendo el enlace de las verdades, para quedar asegurado.
Así en el ejemplo anterior, supuesto que á poco de encendido el fuego se presentaba la luz, diráse á primera vista, que no es necesario pararse en la hora de la noche, y ni tampoco en si esta hora variaba ó no.
Don Pompeyo, más abandonado cada día, se colocaba taciturno, como Jeremías podría pararse en una plaza de Jerusalem, se colocaba, abierto de piernas, delante de la mesa pequeña, la de carambolas, y largo rato contemplaba a aquellos ilusos que pasaban las horas de la brevísima existencia, viendo chocar o no chocar tres bolas de marfil.
Este creyó que la grave carita enrojecida de Raquel era un reproche a la inoportunidad de pararse a conversar con ellas, y se retiró en seguida. Al llegar al segundo entreacto iba a marcharse, descorazonado, cuando saliendo de la platea se dio de manos a boca con Castilla. Este le abrió los brazos con alegría, sin dejarle ir. Tengo que darte una explicación, le dijo, y pedirte otra.
Me detengo en estos pormenores porque, en medio de tantos horrores como los que estoy condenado a describir, es grato pararse a contemplar las hermosas plantas que hemos visto pisoteadas del salvaje inculto de las pampas; me detengo con placer, porque ellos probarán a los que aún dudaren, que la resistencia a Rosas y su sistema, aunque se haya hasta aquí mostrado débil en sus medios, sólo la defensa de la civilización europea, la de sus resultados y formas, es la que ha dado durante quince años tanta abnegación, tanta constancia a los que hasta aquí han derramado su sangre o han probado las tristezas del destierro.
Pero sin pararse a atar otra vez la cinta, echando una mirada de profundo rencor a la chica, salió de la estancia sujetándolas con las manos. ¡Buena la has hecho, buena, buena, buena! exclamó Manín, tallando con primor el bocado que iba a llevar a la boca.
Bien entrado ya en la espesura de los bosques, donde no había huella alguna de habitación, comenzó a cantar, modulando una voz de tenor de tan singular dulzura y un pattus tan suave y tierno, que los pitirrojos y pardillos debieron pararse a escuchar sus notas. La voz de don Jacobo no era una voz cultivada.
Palabra del Dia
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