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Actualizado: 12 de julio de 2025
Desde el momento de encenderla entraban los pajes á velarla con la ampolleta, cantando: La guarda es tomada; La ampolleta muele; Buen viaje haremos Si Dios quisiere. «Es obligación de los pajes, decían las instrucciones, á boca de noche traer en una lanterna lumbre á la bitácora para que el timonero y piloto vean la aguja de marear.
Ulises vió señoras vestidas de blanco haciéndose abanicar, tendidas en sillones, por sus pequeños pajes chinescos; vió militares bronceados y enjutos, con aspecto enfermizo, que parecían galvanizados por la guerra que los arrancaba á la siesta asiática, y niñas, muchas niñas, contentas de ir á Francia, el país de sus ensueños, olvidando en esta felicidad que sus padres marchaban tal vez á la muerte.
Se hablaba de una cola larga, larga, de terciopelo que dos pajes llevaban cuando Demetria salía á la calle, de una ristra de brillantes como avellanas que se ponía á guisa de corales en el cuello, de unos zapatos con tacón de oro y de otras maravillas innarrables que sobresaltaban la fantasía de las zagalas hasta un punto imposible de describir.
Las libreas que habían de llevar los pajes, lacayos y criados se mandaba que fuesen del menor lujo posible, mencionándose también el número que había de haber de éstos y sus trajes en ciertas ocasiones.
Siguió una mañana Viváis-mil-años a la viuda, y vio que la llevaban a la catedral, y que ella se iba, seguida de los criados, a la capilla de San Fernando; y que allí los pajes extendían sobre el blanco mármol la alfombra, abrían la silla de tijera, y ponían delante de ella el cojín de terciopelo con rapacejos de oro para que la bella indiana se arrodillase.
No la habéis tenido nunca. Yo no tengo hija. Vuestra difunta fué muy dada á criar pajes. ¡Ah! y por último, yo no tengo sobrino. Vuestro sobrino... he ahí, he ahí la causa de todo; malhaya amén vuestro sobrino... Si vos no tuviérais ese sobrino... Es que no le tengo. Le habéis tenido; y vos... vos tenéis la culpa... si hubiérais estado en el alcázar antes de anoche.
Allí avanza un grupo de pajes que van á dar de beber á los caballos. Cada uno de esos corceles indica la presencia de un caballero en Burdeos, porque tengo entendido que los hombres de armas y arqueros han marchado ya con dirección á Dax. ¡Simón! llamó el señor de Morel. Avisa á la gente que dentro de una hora estarán aquí las lanchas y que lo tengan todo listo para el desembarco.
Ya se ve; y que le gustaban los pajes. Y que Inés no es su hija. No, pues la Inés, que es un pimpollo, ha sacado las mismas aficiones que la madre; ya ha tenido tres novios pajes de su majestad. ¿Y cuál es el paje de ahora? Un muchachote rubio, paje de la reina; un chico rubicundo, que la echa de valiente, y á quien tengo ojeriza. ¿Y cómo se llama ese paje? Valentín Pedraja.
Al principio se lamentó Elena de la rusticidad de los platos y los cubiertos. Por iniciativa suya, trajo la mestiza del «Almacén del Gallego» varios objetos baratos, procedentes de Buenos Aires. Con esto y unas cuantas hierbas ligeramente floridas, que los dos pajes cobrizos iban á buscar en la ribera del río, la mesa presentaba cada vez mejor aspecto.
Allá quedan mis pajes corriendo tras él, como lebreles en seguimiento de una cierva. ¡Rayos del cielo, qué galera ni qué tarasca!... Pero ¿me habéis llamado, amigo Morel? Para oir vuestra opinión, desgraciado y hambriento caballero. Aquí tenéis á maese Golvín temeroso de que si vira de bordo el Galeón empezará á hacer agua. Pues que no vire, la cosa es clara.
Palabra del Dia
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