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Actualizado: 5 de junio de 2025


Otra vez el español de la tienda se vio apremiado por los llamamientos de aquellos señores, que pedían toda clase de artículos de escritorio, como si estuviesen en una oficina. Sólo pudo ofrecerles una ampolleta de tinta clarucha y una pluma roma.

Si es lo que yo os predico siempre exclamaba al llegar aquí la lectora, tomando la ampolleta . Los peorcitos están arriba, arriba. Quien no lo ve, ciego es. El mismo día en que se proclamó la libertad y se le dio el puntapié a los Borbones, había yo de publicar un decreto... ¿sabéis cómo? He dicho». ¡Bien, bien! ¡Venga de ahí! ¡Esa es la fija! Y a que no me digan....

Antes que Rafael tome la ampolleta interrumpió la marquesa diré a usted, don Federico, que la nobleza de nuestra familia estaba ya reconocida en el año 737, porque uno de nuestros abuelos fue el que mató al oso que quitó la vida al rey godo don Favila, y por eso tenemos un oso en nuestro escudo de armas.

La guarda es tomada; la ampolleta muele, buen viaje haremos, si Dios quiere. Cuando acababa de pasar la arena de la ampolleta, o sea cada media hora, uno de los pajes debía gritar, para que lo oyesen los marineros: Buena es la que va, mejor es la que viene; una es pasada y en dos muele, más molerá si Dios quiere. Cuenta y pasa que buen viaje faza. ¡Ah de proa; alerta, buena guardia!

Amaneció viento del cuarto cuadrante recio; á las doce se llamó al SO. A la una, habiendo algo abonanzado, me hice á la vela, y se me cayó el relox al agua, quedándome sin siquiera una ampolleta para gobierno, y sin relox alguno bordo de ninguna especie.

Á boca de noche, la oración, encomendando en ella á las ánimas del purgatorio para que recen un Pater noster y Ave María.» «Han de velar la ampolleta por sus cuartos, repite Escalante , y rezar y cantar el Ave María, y los buenos días

Agregando á los tres instrumentos, aguja, cuadrante y ballestilla, la ampolleta ó reloj de arena de media hora, se completa la colección de que dispusieron los descubridores del Continente nuevo y aun de los primeros que rodearon el mundo, dándonos á conocer la verdadera figura de la tierra, tan satisfechos de los resultados, como de los medios.

Pues el ser ciertos le es gran provecho, y ser polidos y muy bien hechos da contento». El referido maestro Medina decía de este recurso natural: «Provecho grande y aviso muy bueno es para el que navega saber que hora es de la noche, donde quier que estoviere; lo cual por el ampolleta no puede todas veces saberse; porque el ampolleta muchas veces se para y otras se duerme el que la vela

El reloj toca las diez, todo está solitario en los alrededores, la casa parece entregada al reposo. El viento sacude la reja del jardín, hace el ruido de un huésped atrasado que quiere entrar. ¿La muerte rondaría ya en derredor de la casa? ¿Contaría ya los granos de arena en su ampolleta? El furor de la desesperación se apoderó de .

Quedaban dos pajes cerca de la bitácora velando la ampolleta, un reloj de arena que molía dejaba pasar su contenido en media hora. Así medían el tiempo en la obscuridad de la noche. Y siguiendo una tradición, decían los pajes al entrar de guardia: Bendita la hora en que Dios nació, Santa María que lo parió, San Juan que lo bautizó.

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