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Actualizado: 12 de julio de 2025
La transición es demasiado brusca; su costumbre de avizorar pacientemente en las almas para desmenuzar los móviles de cada sentimiento ó pasión, les vuelve prolijos; sus personajes, obligados á decir todo lo que en el libro los novelistas, aun los más impersonales, acostumbran á explicar por su cuenta al lector, «hablan demasiado»; las escenas van devanándose con lentitud desesperante; los actos «pesan».
Y montó en el carruaje, abriéndose paso entre los vecinos y curiosos agrupados frente a la casa, los cuales deseaban mucha suerte al señor Juan. Para la familia era más angustiosa la tarde cuando el espada toreaba en Sevilla. No tenían la resignación de otras veces, que les hacía aguardar pacientemente el anochecer con la llegada del telegrama.
Y se compuso para descansar, no sin antes sacar una mano fuera de la manta y agarrar fuertemente a su padre por una manga con objeto de que no le burlase en su justa pretensión. El viejo esperó pacientemente algunos minutos. La inusitada tranquilidad de la casa excitó su curiosidad; con la mano desasida y sin levantarse, abrió cautelosamente la puerta y atisbó hacia la sala.
Un paredón maldito frente al hotel quita la vista del mar; esperamos pacientemente y sólo vemos el buque cuando está a punto de fondear... ¡No es el nuestro! Pasábamos el día entero en el muelle, presenciando un espectáculo que no cansa, produciendo la punzante impresión de los combates de toros.
De nuevo a la costa y a amarrar. El práctico toma una canoa y se lanza a buscar pacientemente el paso por medio de sondajes.
No, yo no puedo olvidar lo uno, ni sufrir pacientemente lo otro. Odio á Lerma, y he conspirado, conspiro y conspiraré contra él. Mi conspiración ha estado á punto de costarme la honra, y todavía puede costarme la vida. ¡Ah, señora! ¿Se atrevería ese hombre? A todo, á todo por sostener su soberbia; pero el misterio consiste en si me matará él á mí, ó en si yo le mataré á él. ¡Matarle!
Nosotras procedemos de otro modo, por entusiasmo, por cariño; cuando se nos interesa el corazón no queremos ver las dificultades. Por mi parte, aunque no tuviese usted empleo ninguno, aunque fuese un pobre de la calle, bastaría el afecto que le tengo para que le entregase a mi hija sin reparar en nada. Esperaron, pues, pacientemente a que Sánchez se ablandara.
Los mendigos les saludaban por sus nombres, sin tenderles la mano. Los conocían, eran de la casa, y entre amigos no se mendiga. Ellos estaban allí para caer sobre los forasteros, y aguardaban pacientemente la hora de los «ingleses», pues sólo de Inglaterra podían ser todos los extranjeros que llegaban de Madrid en el tren de la mañana.
Mientras estaba allí parado en la penumbra silenciosa de la majestuosa iglesia, mirando aquella obscura figura misteriosa que se paseaba pacientemente a lo largo de la nave, esperando al que no vendría nunca más, recordé lo que en esa lejana noche, había despertado en mí un extraño sentimiento de disgusto contra él. En breves palabras referiré el incidente.
Limpiaba pacientemente la sombra, como un buscador de tesoros, agachándose en el misterio de los palcos para guardar en sus bolsillos los hallazgos: abanicos de señora, sortijas, pañuelos de mano, monedas caídas, adornos de trajes femeniles, todo lo que dejaba tras su paso una invasión de catorce mil personas.
Palabra del Dia
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