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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Vamos, les pasa a ustedes lo que a mi hija y su marido.... dijo la de Frías. ¡No tanto! ¡no tanto, Pepa! interrumpió Ramírez afectando susto. ¡Pero qué sinvergüenza es usted, hombre! exclamó aquélla tratando de contener la risa, que no cuadraba a su mal humor característico . Se parecen ustedes en que siempre están regañando y haciendo las paces.
Después de haber rechazado con tan cruel desabrimiento las palabras de doña Manolita y después de hechas las paces, doña Luz pensó a sus solas en el valor y motivo de aquellas palabras; y, como si una claridad nueva y extraña iluminase los más oscuros laberintos de su cerebro, creyó percibir la verdad de todo y reconoció que su amiga tenía algunos visos de razón al decir lo que dijo.
No creo que mi mismo padre os creyese tal, y eso que es severo cual ninguno en juzgar el valor y la entereza de los hombres. Pero ¿sabéis que no es nada lisonjero para mí el oiros lamentar lo que habéis hecho? Pensándolo bien, reconozco que una mujer, una extraña para vos, no debe separar á dos hermanos; y si queréis, volvamos pie atrás y haced las paces con Hugo entregándole á vuestra prisionera.
Ramon Montaner reconociéndose sin fuerzas, como cuerdo y buen soldado respondió con mucha blandura y cortesía: Que el salirse de Galípoli, y de Thracia no era cosa que tan arrebatadamente se podia hacer, como el queria, y que amenazarles con sus armas era cosa muy fuera de toda razon, y de las paces que tenian sus Reyes y su República, que el estaba puesto en guardarla mientras ellos la guardasen.
»El Comendador mayor de León añadió que D. Juan de Luna, castellano de Milán, por un disgusto se fué á París, y que, aunque no hizo ningún otro deservicio, se exceptuó en cédula aparte en las paces del año de 59, sin que S. M., que haya gloria, se dejase vencer por ninguna consideración. V. M. mandará lo que sea servido. En Valladolid á 30 de agosto de 1604. Rúbrica .»
Hecho esto, procedió don Simón a vender de cualquier modo el papel que tenía del empréstito y a remitir a su casa su mezquino valor. Pocos días después se celebraron las bodas de Julieta y Arturo, hechas las paces y prometida de ambas partes la más cordial intimidad para lo futuro. Pero don Simón, al mostrarse afable y complacido en la fiesta, sólo reía con la cara.
Tan lo sabía, que lo advirtió anticipadamente en carta personal á su Embajador en Londres, Conde de Beaumont, escribiendo esta frase: «Cree hacerse el necesario y me parece que se equivoca ;» y antes lo había advertido su Ministro de Estado M. de Villeroy diciendo: «Cuidado con Antonio Pérez, que nos ha informado de su marcha, no vaya á sorprender, como se promete, á los cortesanos y á las damas con las lisonjas y adulaciones de costumbre, y dé á entender con motivo de las paces que ha prestado servicio de tal naturaleza, que merece ser reintegrado en los bienes y honores que tuvo.
Aqueste es D. Gabriel, que de su tierra Y sangre hereda esfuerzo Placentino: A Santa Cruz le envia de la Sierra Con gente de la suerte que convino, A que rompa por paces ó por guerra Del triste de D. Diego su destino, Despues, dando la vuelta, que pretenda En Ibitupuá ganar hacienda.
Arrodíllate, Adela: arrodíllate ahora mismo le respondió dulcemente Ana, volviendo a ella su hermosa cabeza de ondulantes cabellos castaños ; mientras que Juan, que venía de hacer paces con Lucía refugiada en la antesala, salía a la verja del zaguán a recibir al amigo de la casa.
Con los Puraxís, nuestros enemigos antiguos, he hecho paces; por tanto, volveos de donde vinísteis, porque no consentiré que paséis adelante; y á las palabras añadió las obras, mandando á los suyos que puestos en orden apretasen las armas.
Palabra del Dia
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