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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Teneis mas que decir? No: mas tenemos Que hacer, pues tu, señor, ansi lo quieres, Sin querer la amistad que te ofrecemos, Correspondiendo mal á ser quien eres. Pero entonces verás lo que podemos, Quando nos muestres tu lo que pudieres: Que es una cosa razonar de paces, Y otra romper por las armadas haces.

- soy -respondió Sancho-; y soy quien la merece tan bien como otro cualquiera; soy quien "júntate a los buenos y serás uno dellos", y soy yo de aquellos "no con quien naces, sino con quien paces", y de los "quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija". Yo me he arrimado a buen señor, y ha muchos meses que ando en su compañía, y he de ser otro como él, Dios queriendo; y viva él y viva yo: que ni a él le faltarán imperios que mandar ni a ínsulas que gobernar.

¿Cómo realizar este retorno? Aquí está nuestro problema. Hay que «hacer las paces». Ya oigo la respuesta. Debe empezar el que tenga la culpa del disgusto. Pero es el caso que cada uno de los cónyuges cree que la culpa la tiene el otro.

Y si los pudiera haber de tal calidad que obligarán á romper palabras dadas con tanto fundamento y razon, no se puede averiguar, por lo que los antiguos no dejaron escrito la causa que pudo mover al Infante á tomar resolucion tan en descrédito suyo; pero por lo que respondió á Berenguer cuando le pidió que cumpliese su palabra, que fué decir solamente, que así cumplia el servicio de su hermano, se puede presumir que advirtió el Infante, que habia paces entre Andronico y Don Fadrique, y que sin expresa órden suya no habia de ocupar sus galeras en daño de un Príncipe amigo.

Algo, no obstante, de ese anhelo debió percibir en mis ojos, porque se levantó riendo: Los dejo para que hagan las paces. ¡Maldito bicho! murmuré, ya tranquilo cuando se alejó. ¿Por qué? ¿Qué le ha hecho? Dígame, María Elvira exclamé ¿le ha hecho el amor a Vd. alguna vez? ¿Quién, Ayestarain? , él. Me miró titubeando al principio. Luego, plenamente en los ojos, seria: me contestó.

Después que todos los paisanos se arrodillaron á los piés de Cristo, estando la plaza llena de gente, se hicieron paces entre las dos naciones; y aunque se entendían muy poco por la diferencia de los idiomas, con todo, había algunos que sabiendo algo de la lengua de los Chiquitos, sirvieron de intérpretes.

Y deseando servirles de amigable componedor, añadió: Veamos si puedo conseguir que hagáis las paces. Contádmelo todo. Yo habló el deán encargué a este hombre, que era pintor, cuatro figuras, y él en desprecio de lo más santo y sagrado... pintó lo que le dio la gana. Las tres primeras eran soberbias, ¡pero la cuarta!...

Llámase, por singular antífrasis, Casa de las Batallas, cuando debía llamarse Casa de las Paces, dado que en ella las pactaron y juraron dos bandos ferocísimos que, durante mucho tiempo, cubrieron á Salamanca de sangre y luto. «Ira odium generat, concordia nutrit amorem» dice una inscripción sobre el arco de la puerta de aquella casa desde el día que se firmaron allí las mencionadas paces.

Fué el sentimiento universal en todos, por no haber llegado á tiempo de castigar en los genoveses tanta deslealtad, como romper las paces con ellos, estando ausente y acometer su presidio defendido de mujeres. Acrecentaba mas este sentimiento el verlas heridas y maltratadas; pero el gusto de la victoria le quitó luego, y juntamente celebraron el contento y regocijo den entrambas victorias.

En las guerras conyugales, por el contrario, se siente la vergüenza de mantenerlas. Y por eso se ocultan. Los cónyuges simulan la paz sin estar hechas las paces, ofreciendo al exterior una dulce concordia, mientras la guerra civil arde en casa.

Palabra del Dia

hociquea

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