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Actualizado: 26 de mayo de 2025


El grupo de soldados del Duque se abrió para dar paso a una mujer que se adelantaba vacilante. Era Antonieta de Maubán, vistiendo blanca y holgada bata, suelto a la espalda el negro cabello, pálido el rostro y cuyos ojos brillaban amenazadores a la luz de las antorchas. Su trémula mano empuñaba un revólver y adelantándose por el puente apuntó a Ruperto y disparó.

Un día, Ferragut, por un retorno del antiguo cariño, por un deseo de iluminar con un pálido rayo de sol la vida crepuscular de Cinta, osó acariciarla como en la primera época de su matrimonio. Ella se irguió ofendida y pudorosa, lo mismo que si acabase de recibir un insulto. Se escapó de sus brazos con igual energía que si repeliese una violación.

Los caballos vieron cómo el hombre volvía precipitadamente a su rancho, y tornaba a salir con el rostro pálido. Vieron también que saltaba el alambrado y se encaminaba en dirección de ellos, por lo cual los compañeros, ante aquel paso que avanzaba decidido, retrocedieron por el camino en dirección a su chacra.

Esto es el diluvio universal, el fin del mundo repuso el viejo. ¡Ojalá! exclamó un joven pálido, ojeroso, que acusaba en su semblante el desgaste precoz de sus fuerzas.

Godofredo tenía numerosos amigos en el clero de Madrid, alto y bajo. Era el niño mimado de las sacristías. Pero con quien mantenía amistad más estrecha era con cierto presbítero pálido, delgado, huesudo y miope llamado don Jeremías Laguardia.

Los días de toros baratos la obsequiaba rumbosamente antes de ir a la plaza, ofreciéndola unas cañas de manzanilla en La Campana o un café en la plaza Nueva. Este tiempo feliz no era ya mas que un pálido y grato recuerdo en la memoria de la pobre mujer.

El delirio de la fiebre turbó su cerebro; parecíale que las olas del mar se le acercaban, cual enormes serpientes, retirándose de pronto y cubriéndole de blanca y venenosa baba; que la Luna le miraba con pálido y atónito semblante; que las estrellas daban vueltas en rededor de él, echándole miradas burlonas.

¡Ah! dijo el joven, á quien desarmó completamente la insidiosa charla de su tío Francisco ; vuestro pobre hermano, señor, acaso estará en estos momentos en la presencia de Dios. Púsose notablemente pálido el señor Francisco, lo que demostraba que amaba á su hermano. ¡Cómo! dijo . ¿Pues tan enfermo se halla?

Deshiciéronse los grupos para esparcirse por el paseo, y en este desbande general, Ojeda y Maltrana se encontraron frente a frente. Isidro fijó sus ojos con maliciosa expresión en la cara de su amigo. ¿Qué tal la noche?... Fernando hizo un gesto de indiferencia. Muy bien. Le veo a usted pálido añadió aquél , algo ojeroso.

Y echado sobre las almohadas, miraba pálido las dos tarjetas, que le sacaban la lengua sobre la mesa de noche, diciendo una: Rocchio, y la otra: Portas, y las letras negras de estos dos nombres bailaban sobre la cartulina, dándole mareos. Media hora después, vino la tarjeta número 3, y de la mano temblona de don Bernardino pasó al lugar de las otras.

Palabra del Dia

hociquea

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