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Actualizado: 1 de julio de 2025
12 Y suéltanos nuestras deudas, como también nosotros soltamos a nuestros deudores. Amén. 14 Porque si soltareis a los hombres sus ofensas, os soltará también a vosotros vuestro Padre celestial. 15 Mas si no soltareis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os soltará vuestras ofensas. 17 Mas tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro;
¡Bellacos! ¡Fátuos! ¡Presumidos! exclamó. ¿Quiénes son ellos? ¿Qué obra los acredita para darla de sabios y de críticos? Les perdono las ofensas. Lo único que no puedo perdonar es la ingratitud. ¡No les temas! ¡No te asustes! Escribe, muchacho; ¡escribe, y que rabien!
He sido más afortunado que tú dijo Salvador, apartándole otra vez del fuego, que le atraía como a mariposa , porque yo hace tiempo que he olvidado todas las ofensas; hace tiempo que he cogido todos los rencores y arrancándolos de mí los he echado fuera, como se echa este papel al fuego. Salvador arrojó al fuego un papel que ardió instantáneamente con llamarada juguetona.
Has de saber, Rita prosiguió la marquesa , para que de ahora en adelante no des lugar a semejantes errores, que el nombre de esa cruz viene de un negro devoto y piadoso, que en el séptimo siglo, viendo que se atacaba el misterio de la Pura Concepción de la Virgen, se vendió a sí mismo en el sitio en que se hallaba esa cruz, para costear con el dinero de su venta una solemne función de desagravio a la Virgen, por las ofensas que se le hacían.
Domingo. «En 31 de octubre de 1510 el cabildo de esta santa iglesia celebró capítulo espresando que despues de muchas honras, así espirituales como temporales que habia hecho á los priores y religiosos del convento de S. Pablo, ingratos y desconocidos á dichos beneficios, habian tenido atrevimiento de procurar con todas sus fuerzas en los tiempos pasados y presentes algunas ofensas en menosprecio de dicho cabildo y su prelado sin tener para ello razon ni justicia; y especialmente contra el Illmo.
No poseo títulos de nobleza, pero tampoco soy de origen oscuro, pues pertenezco a una familia distinguida; hace poco heredé de mi buen tío veinte mil francos de renta y su quinta de Enghien, y estas circunstancias me animan a decirte a ti, que más que amigo eres para mí un hermano y además estás propicio a darme reparación de las pasadas ofensas: «Amaury, ¿quieres pedir en mi nombre a tu tutor la mano de su hija Magdalena?
Aquí la dama volvió a estallar en sollozos, y se tapó de nuevo el rostro con el pañuelo. El clérigo esperó a que continuase; pero viendo que no lo hacía, tomó de nuevo la palabra. Siento mucho ese percance, señora... Pero no creo que haya motivo para tal desconsuelo. Las ofensas que se perdonan no se sienten.
En este bulle-bulle de las pasiones de los hombres del día prosiguió Maxi con cierto énfasis , llega uno a olvidarse de que vivimos para perdonar las ofensas y hacer bien a los que nos han hecho mal. Tiene usted razón, hijo... y dichoso mil veces el que como usted, así, tan jovencito, llega a posesionarse de esa idea y a hacerla efectiva en la vida real.
Dedicó la primera parte de su oración a describir los tormentos del alma apartada de su Dios por el pecado y trazó un cuadro minucioso y perfecto de las ofensas e injurias con que diariamente traspasamos el dulce Corazón de Jesús.
Causaba lágrimas de consuelo el oirle a ésta con tanto agrado, devoción y dulzura sacrificar a JESUCRISTO su juventud, sus prendas, sus hijos y su vida: protestando, que sentía en el alma no poderla perder mil veces, en desagravio de las ofensas, que reconocía haber hecho a su Redentor, cuyo perdón esperaba, por los méritos de su sangre y por la intercesión del amparo de pecadores MARIA, cuyo tierno amor, decía, que nunca había podido arrancar de su corazón.
Palabra del Dia
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