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Actualizado: 1 de julio de 2025
Y era por la noche, según los dichos de cocina adentro, que elevaba Pepa hasta su señor sus quejas y obtenía el desagravio de las ofensas hechas, que se traducía al día siguiente en tempestad tan violenta, que parecía desplomarse la casa.
Un celoso obispo sin embargo halló un medio ingenioso para corregir el desacato de las ofensas personales entre eclesiásticos.
Y con el puño cerrado golpeé sobre la mesa, lo que me dolió bastante. Veamos, veamos, mi buena hijita díjome conmovido el cura, cálmate y cuéntame lo que tú le hiciste. Nada. En cuanto os fuisteis, me apellidó desfachatada y se lanzó sobre mi como una furia. ¡Ah, qué odiosa! Vamos, Reina, vamos, bien sabes que hay que perdonar las ofensas.
Esta provincia de Misiones está fronteriza con los dominios de Portugal, y con algunas naciones de indios infieles, como queda dicho, y por lo mismo era preciso que el gobernador de ella fuese militar, para que en las ocasiones de algún rompimiento con aquella corona se pudiesen hacer las defensas y ofensas necesarias por este lado, y lo mismo cuando fuese preciso contener las invasiones de los infieles; y para lo uno y lo otro era menester tener aquí un cuerpo efectivo de tropas veteranas que se compusiera a lo menos de tres compañías, de a ochenta o cien hombres con sus oficiales correspondientes, y un buen comandante, sujetos al gobernador de estos pueblos.
"La prisión, la tortura y la muerte constituían una trinidad bajo cuya protección la sociedad podía sentirse segura, dice el coronel Ingersoll... Hace algunos años solamente, que más de 200 ofensas eran penables con la muerte, en la Gran Bretaña.
Porque doña Lupe era tal y como su sobrino la pintaba en aquella breve consideración; era juiciosa, razonable, se hacía cargo de todo, miraba con ojos un tanto escépticos las flaquezas humanas, y sabía perdonar las ofensas y hasta las injurias; pero lo que es una deuda no la perdonaba nunca. Había en ella dos personas distintas, la mujer y la prestamista.
Estas heridas a la fama de mi hijo me han sido bastante dolorosas; yo hubiera querido que él replicara; esto era natural en la vanidad materna, pero prefirió aceptar el ataque sin manifestarse resentido. ¿De qué serviría entonces la caridad si no se perdonaran siquiera semejantes ofensas? ¿para quién deseará ella la superioridad en todo? ¿para sí o para sus hijos?
Debemos ser buenos cristianos, perdonar las ofensas, auxiliarnos con la limosna y facilitar al prójimo los medios para que salve el alma: pero cada uno en el círculo social que le ha marcado Dios, en la familia que le destinó al nacer, sin asaltar las barreras divisorias con intentos de falsa libertad, cuyo verdadero nombre es libertinaje. Montenegro hacía esfuerzos por contener la cólera.
Puñaladas a la mujer traidora, ofensas a la madre lavadas con sangre, lamentos contra el juez que envía a presidio a los caballeros de calañés y faja, adioses del reo que ve en la capilla la luz del último amanecer; toda una poesía patibularia y mortal, que encoge el corazón y roba la alegría.
No pararon aquí las cosas. Resolvió vengarse de las supuestas ingratitudes y ofensas de su hermano. El mejor medio era reclamarle al punto los catorce mil reales que le debía y sacarle a subasta pública los bienes, en el caso seguro de que no pudiese devolverlos. Esta idea le produjo vivo deleite.
Palabra del Dia
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