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Actualizado: 1 de julio de 2025
Ni siquiera le faltaban a doña Inés ocasiones en que ejercitar las raras virtudes del prudente disimulo para no dar escándalos, de la santa conformidad con la voluntad de Dios y de la longanimidad benigna para perdonar las ofensas. Bien sabía toda la gente del lugar los malos pasos en que don Alvaro Roldan solía andar metido.
Por eso te gusta. Todos los hombres sois lo mismo en eso de cambiar las orejas por el rabo. Mira, Emilito añadió cogiéndole una mano, yo tenía que reñirte mucho, hablarte muy seriamente, decirte cosas muy amargas ... pero no puedo, tengo un corazón tan estúpido que para todas las ofensas encuentra disculpas.
Y por su parte Fortunata, que sabía perdonar las ofensas, no habría tenido inconveniente en unir sus votos a los de todo el personal de la casa... Esto tenía más gracia todavía. Pero lo que produjo en su alma inmenso trastorno fue el ver a la propia Jacinta, viva, de carne y hueso.
¡Hum!... En fin, habrá perdido el tiempo, y por mucho que digan, mal de muchos... Raúl había eludido hábilmente la cuestión, y la pobre niña, engañada con aquellos fingidos celos, no pensó más que en justificarse, olvidando sus propias ofensas y sus secretas aprensiones.
Todo hombre de origen español desaparecería de la Isla más pronto que desaparecieron los indios cuando se apoderaron de la Isla los españoles. ¿Pero qué mal, qué daño, qué terribles ofensas hemos hecho los españoles de la Península á los españoles de Cuba, para que á ser unos con nosotros prefieran algo á modo de suicidio colectivo? Nada prueba menos que el exceso de prueba. Figurémonos que el Sr.
No, no has sido infiel... Encuentro aún mi perfume... ¡Oh Ulises! ¡héroe mío!... Le besó con aquel beso absorbente que parecía apropiarse toda la vida de él, obscureciendo su pensamiento, anulando su voluntad, haciéndole temblar del occipucio á los talones. Todo quedó olvidado: ofensas, despechos, propósitos de partida... Y cayó, como siempre, vencido bajo la caricia vampiresca.
Después, a la hora de la comida, eran los comentarios, los recuerdos agradables, los berrinches por supuestas ofensas que en el primer instante habían pasado inadvertidas, y que, agrandándose ahora en la imaginación, pedían venganza. Las dos niñas recordaban la ligera sonrisa de las de López al examinar sus disfraces de calabresas. ¡Reírse de ellas! ¡Las muy cursis!
Lo cierto es que comúnmente puede mas en un Príncipe un pequeño disgusto para castigar, que grandes y señalados servicios para perdonar, ó disimular algunas ofensas de poca, ó ninguna consideracion. ¿Pero qué maldad hay que no acometa un Príncipe injusto si se le antoja que importa para su conservacion?
Fué una pasión súbita, ardorosa, que le abrasaba las entrañas. Vivió desde entonces en dulce y á la vez insoportable inquietud, como si hubiese bebido un filtro mágico que le trastornara ó pesase al fin sobre él la venganza de la diosa del amor, justamente irritada por sus ofensas.
El cochero dejó al caballo que ascendiese lentamente la cuesta continua de Possilipo. Se preocupaba ahora de no volverse para no ser molesto. Conocía bien á los que hablaban á sus espaldas: «Enamorados; gente que no desea llegar pronto.» Y olvidó sus ofensas, pensando en la generosidad del señor al ir en tan buena compañía. Ulises le hizo detenerse en lo alto de Possilipo.
Palabra del Dia
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