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Actualizado: 16 de junio de 2025
El descontento de la nación vencida tuvo sus intercadencias según y como que la política de la Corte los halagaba o los oprimía; pero siempre es cierto que mal avenidos con la religión que habían abrazado a la fuerza, sentidos con las fardas y gabelas con que eran pechados, ofendidos de las ordenanzas que les pregonaban, y rabiosos con la altivez de los vencedores, no esperaban sino ocasión adecuada para revolverse, tentando para ello los vecinos reinos de Africa, y el nuevo y formidable poder que desde Constantinopla amenazaba a toda la cristiandad.
Travóse la batalla en puesto igual para todos, con grandes y várias voces, peleándose valerosamente, porque pendia la vida y libertad de entre ambas partes de la victoria de aquel dia. Si los nuestros quedáran vencidos por ser poco prácticos en la tierra, y tener tan lejos la retirada, fuera cierta su muerte, ó lo que se tuviera por peor quedar cautivos en poder de aquellos Bárbaros ofendidos.
"No es esta la respuesta, decian, por la cual se ha de entrar á la clemencia del Rey. Debíase omitir que el cura con sus feligreses saliese humillado, por estar esto bastantemente insinuado, envano esperado, y no haber otro remedio." Ofendidos, pues, con estas cosas, volvieron á la antigua obstinacion, y así dispusieron nuevas tropas contra el enemigo, en número de 400.
Y recobraba su antigua energía vibrante y nerviosa, como si en su interior resucitasen todos sus antepasados, ofendidos por la amenaza. Robledo se alarmó al ver la luz azulenca que pasaba por las pupilas de su amigo, igual al resplandor fugaz de una espada cimbreante. Tú no puedes hacer ese disparate dijo . Vivir es lo primero. Mientras uno vive, todo puede arreglarse bien ó mal.
El día siguiente, el Apostólico Padre, aunque no se podía tener en pie, no sufriéndole el corazón ver entronizado al demonio en dos templos, hizo que le llevasen allá sus compañeros; echó por tierra aquellos infames Tabernáculos, hizo pedazos las estátuas y encendiendo en la plaza una grande hoguera, quemó en ella todos los arreos y ornamentos de la impía idolatría, no sin temor de sus neófitos, que recelaban no diesen sobre ellos los bárbaros, ofendidos de aquella afrenta de sus dioses, para vengar su agravio.
Las mujeres, los niños y los eclesiásticos, como no pueden defenderse, aunque sean ofendidos, no pueden ser afrentados; porque entre el agravio y la afrenta hay esta diferencia, como mejor Vuestra Excelencia sabe: la afrenta viene de parte de quien la puede hacer, y la hace y la sustenta; el agravio puede venir de cualquier parte, sin que afrente.
A los oidos de los Emperadores Andronico y Miguel llegó lo que Roger públicamente dijo; y ofendidos gravemente, quisieron con el ejército que tenian junto en Andrinopoli acometer el de los Catalanes, pero Andronico á persuasion de Azan cuñado de Roger; á quien poco antes habia dado la dignidad de Panipersebastor, mandó á su hijo que no lo ejecutase, esperando siempre por medio de su sobrino reducir á Roger, á quien Azan escribió la justa indignacion del Emperador, y que la mayor disculpa que podria dar seria pasar el ejército en Asia, y comenzar la guerra.
Los neófitos, entonces, ofendidos, dieron sobre ellos, disparándoles una tempestad de flechas, de que muchos quedaron muertos: irritados, los que pudieron, escaparon, y sólo se recogieron dieciséis de la chusma, que traídos á San Joseph, se redujeron á nuestra santa fe.
Nada de juegos y atrevimientos, ¿eh? Ya sabe usted que soy fuerte y cómo las gasto. Toda la noche la pasó Rafael despierto y revolviéndose en su cama. Los partidarios le habían obsequiado con una serenata hasta más de media noche. Los más notables se mostraban ofendidos por haber pasado toda la tarde en el casino esperando en vano al diputado.
Estos respondieron que España estaba sin fuerzas i vigor, dividido el reino en parcialidades, desmantelados los castillos, ofendidos muchos nobles por el tiránico yugo del monarca, este dado á los vicios, los plebeyos oprimidos de la miseria, los tesoros exhaustos por haber sustentado tantas i tan largas guerras civiles, el mar sin bajeles, la tierra sin tropas, i falta en fin de los dos nervios principales que mantienen todo el cuerpo de los estados: la agricultura i el comercio.
Palabra del Dia
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