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Actualizado: 28 de julio de 2025
Al amanecer, al contemplarse cara a cara comprendieron su común destino, observando el más riguroso silencio. Flora, haciéndose la más fuerte, se acercó a la Duquesa y la enlazó con su brazo, en cuya disposición mantuviéronse todo el resto de la jornada. La tempestad llegó aquella noche a su mayor furia, destrozó los pinos protectores e invadió la misma cabaña.
Le he estado observando desde allí, temblaba, temblaba estremecido de deseo... sus ojos devoraban tus ojos, se fijaban en tu cuello, en tu seno... sufría... está loco por ti... no te ama... tiene hambre de ti y nada más. ¡Eso es mentira! ¡Pobre loca! porque ella le ama, porque le ama con toda su alma, cree que él... ¡él! lo más puro que él siente por ti, es lástima... y eso es humillante...
Me levanto, porque la entrevista me parece terminada; pero el viejo se precipita y me obliga a sentarme otra vez: ...Sin embargo, se la entregaría guardando las formas que un hombre como yo se cree obligado a imponer a un hombre como usted... o, para hablar más claramente, observando las formalidades por medio de las cuales un padre debe asegurar el porvenir de su hija... o, para ser más preciso todavía, la dote...
Yo he devuelto la vista a tu amo dijo Golfín, observando con atención de fisiólogo el semblante de la Nela . ¿No me agradeces esto? Mucho, sí, señor; mucho replicó ella, fijando en el doctor sus ojos llenos de lágrimas.
Al cabo, observando que Jacinto tenía deseos de hablar aparte con Flora, cerró la boca y siguió componiendo la nasa mientras la abuela hacía rodar el argadillo también en silencio. El mozo de Fresnedo murmuró algunas frases al oído de la joven con su timidez acostumbrada. Flora le respondió con displicencia, con mayor displicencia de la que solía usar con él, aunque siempre había usado bastante.
Todos alababan la destreza del artista, todos se reían observando la chusca fisonomía y la chavacana figura del gran Migajas, mientras éste, en lo íntimo de su insensible barro, no cesaba de exclamar con angustia: «Muñeco, muñeco, por los siglos de los siglos!» Enero de 1879. En el jardín. Mayo se enojará, lo sé; pero rindiendo culto á la verdad, es preciso decírselo en sus barbas.
El sacerdote se interpuso en aquel momento invitándola a dejar los pensamientos mundanos. La enferma le escuchó con humildad, repitió devotamente las oraciones que le leía en alta voz. El médico y el duque se acercaron para ponerle un revulsivo; pero observando que comenzaba el estertor, el médico hizo un gesto y cogió por el brazo al duque para sacarlo fuera de la estancia.
Paseábase observando con mirada rápida y exacta la reunión, que, a guisa de mosaico, amontonaba el acaso en aquellas tablas, cuyo conjunto se llama navío, así como en dimensiones más pequeñas se llama ataúd. Pero hay poco que observar en hombres que parecen ebrios, y en mujeres que semejan cadáveres.
Sin embargo, anoche ni siquiera se apercibió usted de que estaba en el teatro; todo el tiempo le estuve observando y no apartaba usted sus ojos de aquellas cochers... Se cambiaron los papeles; Isagani que venía para pedir explicaciones, las tuvo que dar y se consideró muy feliz cuando Paulita le dijo que le perdonaba.
Pero observando la actitud pacífica de Velázquez y su sonrisa pudo dominarse y exclamar con fingida cordialidad: ¡Adiós, gachó!... ¿Tú por aquí?... Lo que menos podía pensar era tropezarte á estas horas. Ni yo á ti.
Palabra del Dia
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