Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 17 de octubre de 2025
Faltaban las de Ciudad. Don Mariano y el médico de la Sanidad quedaron consternados al oír este nombre que envolvía un guarismo tan respetable. Antes de que pudieran salir de su consternación ya habían aparecido por una de las bocacalles del muelle las seis señoritas acompañadas por su papá, su mamá, el ingeniero Suárez y dos hermanitos de menor edad.
El príncipe vió á Novoa y á Valeria en el mismo diván, continuando su conversación, pero cada vez más abstraídos, fijos los ojos en los ojos, como si estuviesen en un lugar desierto. Llegó cerca de ellos sin que le viesen, y pudo oir un fragmento de lo que decía la acompañante de Alicia.
La artista se agarraba nerviosamente al brazo de su amante. No tengas miedo murmuró Rafael. Apóyate y salta... Poco a poco. ¿No querías oír al ruiseñor? Ahí le tenemos, escucha. Era verdad.
En vano el alcalde y el gobernador que habían escapado al desastre, trataban de restablecer el orden: ni siquiera podían conseguir hacerse oír, ya que eran algunos millares de seres magullados o aplastados los que aullaban a la vez. Las autoridades estaban ya invocando a los últimos santos del calendario, cuando aquel inmenso montón de hombres se disipó como por encanto.
Gemía con honda angustia, y el enfermo creyó oír las mismas expresiones de remordimiento que otras veces había adivinado en su mirada. «¡Por mi culpa!... ¡Ha sido por mi culpa!» Jaime experimentó una sensación de alegría ante estas lágrimas. ¡Oh dulce «Flor de almendro»!...
A la vuelta de mi viaje, cuando perdía de vista por las noches la Cruz del Sur y comenzaba a divisar la Estrella Polar y las dos Osas, me sentía tranquilo. Al acercarnos a Europa, al oír las sirenas de los vapores dando sus largos alaridos, experimentaba una alegría infinita. Si tenía ocasión propicia, al llegar a Burdeos tomaba un vapor, aunque no fuese mas que para pasar un día en Lúzaro.
Prefiero tener un bastardo a quien besar todas las mañanas, que oír a un marqués que le llame a usted mamá. Sé repuso Germana que el niño era de usted; pero usted lo dio. Ni usted puede reclamarlo ni menos yo entregárselo. Lo pediré ante los tribunales. Revelaré el misterio de su nacimiento. Nada arriesgo al presente: mi marido ha muerto, y ya no me matará. Perderá usted el pleito.
Luego vino, se sentó frente á Dorotea que estaba doblegada. He cerrado las puertas, porque vais á oír lo que nadie ha oído; porque vais á ver lo que nadie ha visto; vais á oír al hombre; vais á ver al hombre en este pobre Quevedo, en quien todos ven lo que él quiere que vean.
Informóse el general de la tierra, y los indios dijeron que en seis dias de camino llegaríamos á los indios Samocosis, y que en él hallariamos dos arroyos buenos para beber: con lo cual proseguimos el viage, llevando algunos Sivisicosis para guias, que huyeron la primera noche, dejándonos confusos para hallar el camino: pero le acertamos, y dimos con los indios Samocosis, que nos recibieron de guerra, sin querer oir paz: pero fácilmente los desbaratamos y huyeron.
El extranjero pareció oír con suma complacencia mi elogio, y me dijo después de hacerme varias preguntas sobre la guerra, que tendría grandísimo contento en ser mi amigo. Sus refinadas cortesanías me tenían frita la sangre por la violencia y fingimiento con que me veía precisado a responder a ellas.
Palabra del Dia
Otros Mirando