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Mi mujer tomó el suyo, pagamos y nos salimos á la calle, y cualquiera hubiera conocido en nuestras caras que estábamos de mejor humor. Pero aquello era caro para la comida normal, y proseguimos nuestras excursiones.

Del rio Guapás y su pueblo cerca del Perú, y como partieron dos mensageros á Potosí, Plata y Lima. Tomamos algunos Carcokies por guias para pasar adelante, y á los tres dias de camino huyeron: proseguimos sin ellos, y llegamos al rio Guapás, de media legua de ancho.

Proseguimos por la mañana la derrota por terrenos semejantes á los de ayer, y al fin del tercer rumbo tomamos la altura meridiana del sol, que dió la latitud de 34° 53' 7'', y la longitud 00° 44' 5'' occidental. Poco antes cortamos la Cañada del Durazno que demora al NO, caminamos, y con el último rumbo llegamos al Hospicio de los Padres Mercedarios.

Caminadas ocho leguas, llegamos á la nacion de los indios Morronos: recibiéronos tambien de paz, y estuvimos dos dias con ellos; y tomada relacion de la naturaleza y calidad de la tierra, con nueva guia proseguimos nuestro camino, y á las cuatro leguas llegamos á otra nacion, no tan populosa, llamada Paronios; tendrá 3,000 indios de guerra: allí nos detuvimos un dia, aunque tenian poca comida.

Sin estorbo alguno, con igual seguridad y placidez que antes, proseguimos nuestros coloquios nocturnos a la reja. Yo estaba algunas veces inquieto, sin embargo, imaginando que la hora menos pensada una delación del malagueño podría concluir con ellos. Su mismo silencio me daba miedo, haciéndome pensar en terribles asechanzas. Pero Gloria no sentía preocupación alguna.

Fué increíble el júbilo que tuvo cuando nos vió, abrazándonos, bañados sus ojos en lágrimas. Proseguimos el viaje, caminando un día entero por un bosque espesísimo, y era tal la espesura, que no sabíamos por dónde íbamos. Estando el Padre en estas angustias, sin saber qué hacerse ni á dónde volverse, nos dijo: Hijos, el que estuviere cansado de los trabajos, vuélvase al barco.

De allí fuimos á otro pueblo, cuyos indios huyeron al vernos, y nos dejaron abundancia de comida, que nos detuvo dos dias: á las seis leguas llegamos á los indios Tobas, que se habian huido, y estaban bien prevenidos de comida; son tambien sugetos á los Mbayás. Proseguimos el viage sin hallar indios; y á los siete dias llegamos á la nacion de los Peyonas, que está á 14 leguas de los Tobas.

Subimos por el rio Paraguay con los 500 cristianos y los 2,000 indios: los Cários tenian 83 canoas, nosotros 9 bergantines, y en cada uno iban dos caballos, que hasta que llegamos al monte de San Fernando. Por espacio de 100 leguas fueron por tierra, y los embarcamos y proseguimos el viage hasta los Payaguás, que huyeron con sus mugeres é hijos, quemando antes sus casas.

Proseguimos nuestro viage siete dias mas, por el agua, que estaba tan caliente como si hubiera estado al fuego; y nos velamos precisados á beberla por no tener otra. Pudiera pensar alguno que era de rio, pero entonces eran tan contínuas las lluvias, que como la provincia era tan llana, la habian inundado, y el daño que nos hizo, lo sentimos despues.

Proseguimos en la conversación propia de picaros, y vinimos a dar, de una cosa en otra, en Flandes. Aquí fue ello, que empezó a suspirar y decir: "Más me cuestan a esos estados que al rey, porque ha catorce años que ando con un arbitrio que, si como es imposible, no lo fuera, ya estuviera todo sosegado." "¿Qué cosa puede ser le dije que, conviniendo tanto, sea imposible y no se puede hacer?"