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Actualizado: 4 de junio de 2025
Los racimos repletos, próximos á la madurez, asomaban entre las hojas sus triángulos granulados. ¡Ay, quién recogería esta riqueza!... Por la tarde notó un movimiento extraordinario en el pueblo. Georgette, la hija del conserje, trajo la noticia de que empezaban á pasar por la calle principal automóviles enormes, muchos automóviles, y soldados franceses, muchos soldados.
El interés de V. es demasiado para ser de reflejo. Noto también que es muy desigual: menos que mediano por Mirtilo; inmenso por Clori. ¡Ay, tío, tío! ¿Si querrá V. jugar una mala pasada al pobre zagal? Todo se sabe. Sobrina, no disparates, interrumpió el Comendador. Yo no disparato.
Roberto lo notó y exclamó muy asustado: Estás muy pálida, niña, ¿te has hecho daño? Dije que sí por señas, y agregué que aquello no era nada, que pronto pasaría.
Si mi amigo Miguel de Cervantes viviese, juro á Dios, que al ver lo que me pasa, había de escribir un libro intitulado «Trabajos de don Francisco», que le había de dar más fama que el Ingenioso Hidalgo. Sin embargo, noto que no se os ha cansado la lengua. ¡Ah, lengua mía! quemarála yo, si no me doliera, para que no tuviese que hacerme arrepentir.
El verano se presentó Carlos Ohando, que venía de vacaciones del colegio de Oñate. Pronto notó Martín que, con la ausencia, el odio que le profesaba Carlos más había aumentado que disminuído. Al comprobar este sentimiento de hostilidad, dejó de presentarse en casa de Ohando. No vas ahora a vernos le dijo alguna vez que le encontró en la calle, Catalina.
El viejo había concluido, y el militar iba á dejar á su nuevo amigo; pero notó que estaba éste cada vez más desfallecido y corría peligro de no poder subir si le abandonaba. El locuaz y discreto joven entró, pues, en la casa sosteniendo al realista, que apenas podía dar un paso. La mansión de Elías se ostentaba en la mitad de la calle de Válgame Dios, donde hacía veces de palacio.
El tío Frasquito tenía su habitación en el piso cuarto, y al llegar al segundo, notó con sobresalto que alguien le seguía por la escalera... Apretó el paso azorado, y mirando por el rabillo del ojo, descubrió al marqués de Sabadell que subía de dos en dos los escalones, para alcanzarle sin duda. ¡Santo Dios, y qué apuro tan grande!
Pero Feliú no salió; tampoco salieron de la suyas Argüelles ni Calatrava, y fué que el maldito, como notó que Su Majestad había puesto el pie sobre el papel, quiso desorientarle y no fué á la cita, avisando á tiempo á Argüelles y á Calatrava para que no fueran tampoco. ¿Y después no ha tratado usted de averiguar?
Alguien había trastornado profundamente la vida de la Presa. Al otro día notó también un gran cambio en los grupos que trabajaban junto al río. Los obreros dependientes del contratista estaban sentados en el suelo, fumando ó dormitando. Algunos de origen español canturreaban, tocando palmas y mirando á lo lejos, como si contemplasen la patria lejana.
Aquella solemne procesión llegó á las puertas del templo y se disponía á entrar en él cuando se notó súbita confusión en uno de los ángulos de la plaza, de donde pronto partieron grandes clamores. La multitud osciló primero y abrió luego paso á un jinete, á un joven caballero cubierto de polvo, que sin miramientos lanzaba su corcel sobre la compacta masa del pueblo.
Palabra del Dia
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