Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 5 de septiembre de 2025


Hay montaña en Escocia ó Noruega que parece formidable, aunque sea en realidad menos alta que otras muchas cimas terrestres.

Y saliendo al encuentro de estas mercancías que se iban, los rosarios de descargadores alineaban las que llegaban: colinas de carbón procedentes de Inglaterra; sacos de cereales del mar Negro; bacalaos de Terranova, que sonaban como pergaminos al caer en el muelle, impregnando el ambiente de polvo de sal; tablones amarillentos de Noruega, que conservaban el perfume de los bosques resinosos.

A la vuelta de una de estas excursiones, que le hacían correr el mundo como si fuese su propiedad, recibió por el telégrafo sin hilo la noticia de que Alemania acababa de declarar la guerra á Rusia y á Francia. No experimentó gran extrañeza. Conocía personalmente á Guillermo II. El era la causa de que el príncipe Lubimoff evitase navegar en verano por las costas de Noruega.

Al pie de la escalera, un enorme oso de Noruega sentado gravemente sobre sus patas de detrás, presentaba con las de delante una bandeja de plata destinada a recibir las tarjetas de visita. Era este un capricho del príncipe de Gales que había visto Currita en el palacio de Sandringham, y apresurádose a copiar a costa de dinero.

Cuando quería demostrar algo con textos ajenos y no los hallaba a mano, valíase del ilustre Murfinos, de la Academia de Noruega, de Max Stradivarius, célebre catedrático de la Universidad de Gottinga, y otros sociólogos no menos fantásticos, inventados por él para deslumbrar a su cliente. Al fin, él no había de firmar la obra.

Desde allí, ora salía D. Fruela con buen golpe de gente a caballo para penetrar en tierra de moros y talar y saquear cuanto podía, ora embarcaba a sus satélites en algunas fustas y galeras de su propiedad, e iba a piratear o a dar caza a otros más crueles piratas que infestaban aquellos mares e invadían y asolaban a menudo las costas de España: eran los idólatras normandos de Noruega y de la última Tule.

¿Qué carga trae, don Rosendo? preguntóle al armador uno de los que le acompañaban. Cuatro mil quintales. ¿Escocia? No; todo Noruega. ¿Viene a bordo el señorito de las Cuevas? Don Rosendo no contestó. Al cabo de un momento de marcha cada vez más precipitada, se volvió diciendo: A ver; es necesario avisar a don Melchor que está entrando la Bella-Paula.

De aquí surgen análisis indigestos, obscenidades escandalosas que seducen á los hijos de Cervantes; por último, el viento glacial de la Noruega nos envía en forma dramática aéreos simbolismos que estremecen de gozo á la Italia, ¡á la Italia, donde han nacido Virgilio y Petrarca, Rafael y Tiziano!

Veíanse neblíes, de dedos luengos y finos, que miraban con altivo desprecio el varal y querían ser llevados siempre en la mano; harto halcón zorzaleño, con la pinta amarilla como gota de azufre, y las patas cargadas de cascabeles para aturdirles el ardor; cenicientos alfaneques de Tremecén, de pupila siniestra; sagres de Asturias con plumas entre los dedos; gerifaltes de Noruega, blancos como gaviotas; y uno que otro de aquellos que llamaban letrados en Castilla, por sus alas escritas, a lo ancho, como las fojas de un libro.

Y así fueron a contemplar, tomados del talle y con las cabezas juntas, el sol de media noche en Noruega, el Kremlin cubierto de nieve, las palmeras del oasis de Biskra y las azules corrientes del Bósforo, sin contar otras excursiones más vulgares en busca del canal veneciano la colina toscana o el lago suizo como fondo decorativo de un amor que ansiaba abarcar todo el viejo mundo en su insolente felicidad.

Palabra del Dia

plástico

Otros Mirando