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Actualizado: 29 de junio de 2025


Estos son los enemigos constantes del nombre de Cristo: estos los que imaginan borrarlo de la haz de la tierra: estos los que procuran, por todos los caminos que se presentan á sus ojos, la destruccion del pueblo cristiano. ¡Generacion infeliz! vas á desaparecer de la tierra, dejando á tus hijos sujetos á la cautividad de aquellos que no dudaron en crucificar á su Dios! ¿Qué amor, qué piedad, qué regalo podrán esperar de estos tan crueles verdugos? ¡Maldita sea la hora en que tales viboras comenzaron á habitar entre nosotros! ¡Maldito el instante en que consentimos los nidos de estas aves de rapiña cerca de nuestras casas; porque así todo cuanto nos roban, con mas facilidad esconden de nuestras miradas!

Los pajarillos hacen sus nidos en los árboles; el mar azul acaricia dulcemente la arena de la orilla; el sol generoso deposita sus bienhechores rayos sobre mis pobres manos pálidas y enflaquecidas; siento circular en mis pulmones un aire dulce y penetrante como su voz de usted, mi buena mamá.

Si en algún tejar me dan cuatro ladrillos, los acepto y a la obra con ellos. ¿Ven ustedes cómo hacen los pájaros sus nidos? Pues yo construiré mi palacio de huérfanos cogiendo aquí una pajita y allá otra. Ya se lo he dicho a Bárbara, no ha de tirar ni un clavo, aunque esté torcido, ni una tabla, aunque esté rota.

Ya sabrá usted la continuación por los periódicos y por la carta adjunta que los oficiales de la Náyade se han tomado la molestia de enviarme. Lamento sinceramente la muerte del mandarín Gu-Ly. Si viviese aún, le aseguraría un plato de nidos de golondrinas para el resto de sus días.

Es en este laberinto, querida mamá, donde tiene usted que buscar a su hija. Yo misma me busco algunas veces y no me encuentro siempre. »Tenemos por lo menos veinte habitaciones inútiles y una magnífica sala de billar donde las golondrinas construyen sus nidos, pero no crea usted que las haya arrojado de allí. ¿Qué soy aquí yo misma? Un pajarillo lanzado de su nido por el frío.

¡Ya! Tal era el suspiro ahogado que oprimía el pecho de los dos jinetes que volvían lentamente a la cacería en las primeras sombras del crepúsculo, que no es ya el día y no es todavía la noche, en que el sol se apaga y las estrellas no se encienden todavía, en que pasa un escalofrío helado por los seres y las cosas como el adiós de lo que se va para no volver; en la vaga melancolía de esa estación indecisa que no es ya el verano y no es todavía el invierno; en la que, por una suprema coquetería, el aire se hace más tibio y los últimos rayos del sol más acariciadores; en que la tierra pone sobre su desnudez una alfombra de tonos bermejos como una inmensa piel de león; en las últimas hojas de oro pálido o de cobre rojo parecen desprenderse de las ramas como alas de gigantes mariposas; en que los árboles tienen perfumes más acres; en que la menor florecilla toma aspecto de reina desterrada, en que el viento que sopla entre las ramas parece el último murmullo de los nidos.

También veo esa bahía desde la cima á donde he trepado; allí se extiende el gran abismo azul del Océano, del cual salió la montaña, y al cual volverá tarde ó temprano. Invisible está el hombre, pero se le adivina. Como nidos ocultos á medias entre el ramaje, columbra cabañas, aldeas, pueblecillos esparcidos por los valles y en la pendiente de los montes que verdean.

Admiramos mucho al gentleman que gasta en un cubierto para él solo quinientos francos en el café de París: ¡los chinos hacen las cosas de otro modo! Anunciaron al comandante las salsas espolvoreadas con perlas finas, los nidos de golondrinas con lenguas de faisán, y la célebre tortilla de huevos de pavo real que se hace en la misma mesa matando a cada hembra para arrancarle su huevo.

La espesura vegetal y agreste del techo, daba abrigo a innumerables pajarillos, alegres y satisfechos con tener allí ocultos sus nidos, mientras que el buey giraba con lento paso, haciendo resonar la esquila que le pendía al cuello y cuyo silencio indicaba al hortelano que el animal disfrutaba el dulce far niente.

Tenían sus auroras nuevas un pálido rosicler de esperanza; gentileaban las margaritas en las praderas, blanqueándolas con remedos de nieve; habían nacido muchas mariposas, y en los nidos recientes las hembras padecían la fiebre dulce y santa de la procreación....

Palabra del Dia

rigoleto

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