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Actualizado: 29 de junio de 2025


Desde el punto que se les leyó la sentencia, jamás han sido vistas en esta santa iglesia, siendo sus techos tan á propósito para sus nidos. ¡Oh dichosos tiempos en que se celaba el ruido que se hacia, porque no perturbase á los ministros de Dios en los divinos oficiosEste hecho en parecerá ridículo á los que solo miran la superficie de las cosas: ¡emplear las armas espirituales contra las golondrinas! ¡qué disparate!

Por unas lumbreras de vidrios multicolores y cubiertas de telarañas, que, abiertas muy junto al cielo raso, parecían nidos luminosos, entraba a la sala un débil resplandor, apenas suficiente para permitir que se distinguieran en la obscuridad los grandes armarios que se alineaban a lo largo de las paredes.

Más abajo de donde estábamos tenían sus nidos las palomas, a quienes velamos precipitarse en el hondo abismo de la Plaza, en parejas o en grupos, y subir luego en velocísima curva a posarse en los capiteles y en las molduras. Sus arrullos parecen tan inherentes al edificio como las piedras que lo componen.

Cuando no, se acercan á las orillas del mar, buscando algún sinuoso ancón, y utilizando su industria, con un poco de arena, de limo, de hierba, tratan de fabricar pequeños nidos. Esfuerzo conmovedor. Ellos carecen de los instrumentos del insecto, maravilla de la industria animal, y están más desprovistos que el pájaro. Empero ¡cuántos obstáculos tienen que vencer!

Es aficionadísimo a las agallas de pez-perro en salsa encarnada, a los nidos de golondrinas marinas, que tienen una substancia gelatinosa, pero insípida , a las lombrices saladas, a los renacuajos, a las ratas saladas, a los perros y, sobre todo, al trépang.

Las hierbas del fondo son arrancadas y saltan á la superficie, formando largos montones que se posan ó deshacen en las ramas de los árboles; luego se las encuentra á algunos metros de altura del suelo ó suspendidas en las extremidades de las ramas como los nidos de ciertos pájaros de América.

32 el cual a la verdad es la más pequeña de todas las simientes; mas cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas. 33 Otra parábola les dijo: El Reino de los cielos es semejante a la levadura que tomándola la mujer, la esconde en tres medidas de harina, hasta que todo se leude.

Mientras los niños de su edad aprendían a leer, él daba la vuelta a la muralla, sin que le asustasen las piedras derrumbadas, ni las zarzas que cerraban el paso. Sabía dónde había palomas torcaces é intentaba coger sus nidos, robaba fruta y cogía moras y fresas silvestres. A los ocho años, Martín gozaba de una mala fama digna ya de un hombre.

De buena estatura, bien tallada, de sedosa piel y con unos melancólicos ojos grises, tenía muy amables maneras y la sonrisa, de sus labios carnosos formaba en sus mejillas aquellos atrayentes hoyuelos que el pueblo llama «nidos de amor». Inteligente y de percepción pronta, hacía lo que quería del gordo Princetot, quien por completo entregado a su comercio de vinos, le dejaba gobernar la hospedería a su gusto, cosa que hacía ella a las mil maravillas.

Había por doquier insectos recién nacidos que el viento balanceaba como átomos de luz a la punta de las altas hierbas, y muchas parejas de pajarillos cruzaban rápidamente en dirección a los prados, a los campos de trigo, a las espesuras, en demanda de sus nidos.

Palabra del Dia

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