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Actualizado: 10 de mayo de 2025
¿Á qué ha ido V. por allí? ¡Si le traerán á usted entusiasmado los divinos ojos de Nicolasa! No conozco á esa Nicolasa. ¿Que no la conoce V.?... ¡Bah!... ¿Quién no conoce á Nicolasa? Es un prodigio de bonita. Muchos hidalgos y ricachos la han pretendido ya. Pues yo no me cuento en ese número. Te repito que no la conozco.
La madre de Nicolasa había sido tremenda, dominante, feroz: una Doña Blanca á lo rústico; mientras que Juana, la segunda mujer del tío Gorico, era la propia dulzura, sometida siempre á su marido, quien á su vez no hacía más que lo que á Nicolasa se le ocurría. Nicolasa lo podía y mandaba todo en casa de su padre, menos impedir que el tío Gorico dejase de beber bebida blanca.
Quiero decir que es V. bueno, porque no es como otros caballeros, que por más que estén ya con un pie en el sepulcro, de lo que dista V. mucho, á Dios gracias, andan siempre galanteando y soliviantando á las hijas de los artesanos y jornaleros. Ahora no... por el noviazgo; pero antes... bien visitaba D. Casimiro á Nicolasa. Pues yo no la he visitado.
La segunda razón es, que no habiendo ido V. ni á ver á Nicolasa ni á ver la chacha Ramoncica, ¿á qué había V. de haber ido tan á escape como no fuese á ver al P. Jacinto y á tratar de ganarle en favor de Mirtilo y de Clori? ¿Vaya que ha ido V. á eso? No puedo negártelo. Gracias, tío. No es V. capaz de encarecer bastante lo orgullosa que estoy. ¿Y por qué?
Díjole que desde que el Rey Samdai le señaló la mujer única, para que le siguiera y de ella se apoderara, anduvo corriendo por toda la tierra. Más él caminaba, más delante iba la mujer, sin poder alcanzarla nunca. Andando el tiempo, creyó que la fugitiva era Nicolasa, que con él vivió tres años en vida errante. Pero no era; pronto vio que no era.
Me creí amenazado de la eterna historia de una seducción vulgar; pero, prefiriendo oírla a verla emborracharse, me dispuse a escuchar, y ella siguió de este modo: Voy a contártelo. En primer lugar, yo no me llamo Elvira: mi verdadero nombre es Nicolasa. Soy de un pueblo de cerca de Madrid.
Don Fadrique prosiguió diciendo: De sobra sabe V. que Paca, la primera mujer del tío Gorico, fué una mala pécora. Es evidente. Dios la haya perdonado. La buena reputación de Paca no tiene nada que perder. Absolutamente nada. Pues bien. Hay la feliz coincidencia de que Nicolasa nació pocos meses después de mi ida de Villabermeja, cuando estuve allí de vuelta de la Habana. ¿Y qué?
En esta situación de ánimo convino en que Nicolasa debía casarse con D. Casimiro; en que él debía seguir siendo su hermano, sin pensar, ó sin decir al menos que pensaba en otra cosa; y concibió con claridad, más que por el discurso y las razones, por los blandos cogotazos y por los tirones de orejas, toda la suavidad, hechizo, consistencia y deleite del amor espiritual que á Nicolasa le ligaba.
Se había propuesto ó ser una señorona principal ó quedarse para vestir imágenes, y, sirviéndole esto de pauta, ajustaba á ella todos los actos de su vida. Aunque el tío Gorico había contraído segundas nupcias, y Nicolasa tuvo madrastra en vez de madre casi desde la infancia, lejos de contribuir esto á que se criase con menos mimo, había ocasionado lo contrario.
Te juro que no... ¿Cómo quieres que te lo jure?... ¡Ay Dios mío!, ahora se me está ocurriendo que ese pobre niño es el hijo de la hijastra de Izquierdo. ¡Pobre Nicolasa! Se murió de sobreparto. Era una excelente chica. Su niño tiene, con diferencia de tres meses, la misma edad que tendría el mío si viviese. ¡Si viviese! Si viviese... sí... Ya ves cómo te canto claro. Esto quiere decir que no vive.
Palabra del Dia
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