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Actualizado: 11 de julio de 2025


El tío Gorico no tenía más defecto que el de haberse entregado con sobrado cariño á la bebida blanca. El aguardiente anisado le encantaba.

Al fin aparecía un ángel, con alas de papel dorado, en el balcón de las Casas Consistoriales, y cantaba el romance que empieza: "Detente, detente, Abraham; No mates á tu hijo Isaac, Que ya está mi Dios contento Con tu buena voluntad." El sacrificio del cordero en vez del hijo, con lo demás del paso, lo ejecutaba el tío Gorico con no menor maestría.

Calle V., tío... ¿Cómo quiere V. hacerme creer que no conoce á la hija de su amigo el tío Gorico? Pues digo por tercera vez que no la conozco. Entonces, ¿qué hay que ver en Villabermeja? ¿Ha estado V. para visitar á la chacha Ramoncica? El Comendador tuvo que responder francamente. No la he visitado. Vamos, ya caigo. ¡Qué bueno es V.!

Tomasuelo podía entrar cuando se le antojase en casa del tío Gorico, ver á Nicolasa, requebrarla, mirarla con amor, acompañarla cuando salía; en suma, servirla y cuidarla, sin que nadie fuese osado á censurar lo más mínimo. Aunque entre Nicolasa y el hijo del herrador no había el más remoto grado de parentesco, Nicolasa había preconizado á Tomasuelo por su hermano.

Después del bautismo de la criatura, iba el tío Gorico de casa en casa, refiriendo el júbilo de su yerno, quien ya se volvía hacia la cama donde estaba Nicolasa, ya hacia la cuna donde estaba el niño, y ya se paraba á igual distancia de la cama y de la cuna, y exclamaba, levantando las manos al cielo: ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Qué he hecho yo para ser tan dichoso?

El tío Gorico, desde el casamiento de Nicolasa, había empezado á pugnar porque le llamasen Don Gregorio; habíase jubilado del oficio de Abraham y del de pellejero, y no se empleaba más que en beber aguardiente y rosoli, y en ponderar la ventura y la grandeza de su hija, sus virtudes y la vida beata que daba á su ilustre esposo.

Entre ellos sobresalía el tío Gorico, maestro pellejero, hábil fabricador de corambres y notabilísimo en el difícil arte de echar botanas á los pellejos rotos. Este había sido el muchacho más diabólico del lugar después de D. Fadrique, y su teniente cuando las pendencias, pedreas y demás hazañas contra el bando de D. Casimiro.

Tres ó cuatro veces descargaba cuchilladas con una violencia increíble. Las mujeres se tapaban los ojos y daban espantosos chillidos, creyendo ya segada la garganta del muchacho que prefiguraba á Cristo; pero el tío Gorico paraba el golpe antes de herir, como no atreviéndose á consumar el sacrificio.

Don José, el P. Jacinto, el tío Gorico y los demás amigos, muy contentos de haber abrazado á D. Fadrique, contentísimo también de verse entre los compañeros de su infancia, emprendieron á caballo el viaje á Villabermeja, que, con madrugar y picar mucho, pudo hacerse en diez horas, llegando todos al lugar al anochecer de un hermoso día de primavera, en el año de 1794.

Don Fadrique prosiguió diciendo: De sobra sabe V. que Paca, la primera mujer del tío Gorico, fué una mala pécora. Es evidente. Dios la haya perdonado. La buena reputación de Paca no tiene nada que perder. Absolutamente nada. Pues bien. Hay la feliz coincidencia de que Nicolasa nació pocos meses después de mi ida de Villabermeja, cuando estuve allí de vuelta de la Habana. ¿Y qué?

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