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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Rafael, sonriendo al poderoso santo como a un amigo de su niñez, pasó el puente y entró en el Arrabal, la ciudad nueva, anchurosa y despejada como si las apretadas casas de la isla, cansadas de la opresión, hubiesen pasado en tropel a la ribera opuesta, esparciéndose con el alborozo y el desorden de colegiales en libertad. El diputado se detuvo en la entrada de la calle donde estaba el Casino.
Pero los Febrer eran los suyos; el nombre y los bienes ya perdidos a ellos los debía. ¡Y él, último vástago de una familia orgullosa de su historia, iba a casarse con Catalina Valls, descendiente del ajusticiado!... Las consejas oídas en la niñez, los simples relatos con que le entretenía madó Antonia, surgían ahora en su recuerdo como ideas olvidadas, pero que habían abierto hondo surco.
La hija de la Chacona creció en casa de Coletilla, y fué mujer. Creció sin juegos, sin amables compañeras, sin alegrías, sin esas saludables y útiles expansiones que conducen felizmente de la niñez á la juventud. Elías no la trataba mal, pero tampoco era muy cariñoso son ella.
La hija de su hermano el médico, una muchacha que hasta ahora ha ido por el mundo cantando óperas. Tú no te acordarás del doctor Moreno, que tanto dio que hablar en sus tiempos... ¡Vaya si se acordaba! No necesitó poner en tortura su memoria. Aquel nombre aún se conservaba fresco entre los recuerdos de la niñez.
Cuando de él o con él hablaba decía «señor nostramo», y de Bray le tuteaba por costumbre adquirida durante la niñez que perpetuaba una tradición doméstica de suyo emotiva en las relaciones del joven patrono y el viejo Andrés, el personaje principal en Trembles después de los dueños de la casa.
Allí pasó la niñez y llegó a la adolescencia Fermín, a quien su madre había deseado hacer clérigo. «Pastor y vaquero ha de ser, como su abuelo y como su padre», gritaba el licenciado cada vez que la madre hablaba de mandar al niño a aprender latín con el cura de Matalerejo. El comercio de ganado no fue mejor que el de vino.
Señora, no olvido mi pasado, mi niñez. En lo que yo pueda servirla, como hombre, la serviré. Como pastor, como prelado, cumpliré con mi deber, con entera independencia. Si usted me pregunta cosas de mi vida, le responderé; si cosas de mi ministerio, me veré obligado a desairarla, y la culpa no es mía. Pide el báculo y dame cuatro palos; ya no te falta más que eso.
Su entusiasmo por Gabriel, que databa de la niñez, su fidelidad de perro acompañante, le hacían caminar a saltos, aceptando de un golpe los ideales más lejanos. Yo soy lo que tú seas, Gabriel decía con firmeza . ¿No eres anarquista?
Las más no se acordaban de mí; pero algunas me recibieron con injurias, recordando las proezas de mi niñez y haciendo comentarios tan chistosos sobre mi nuevo empaque y la gravedad de mi persona, que tuve que alejarme a toda prisa, no sin que lastimaran mi decoro algunas cáscaras de frutas lanzadas por experta mano contra mi traje nuevo.
Pasó los primeros años de su niñez en casa de un tío suyo, sacerdote de ejemplarísimas costumbres, y en quien aprendió una gran madurez de juicio y gravedad en las acciones, de suerte que en la niñez nada tenía pueril ni mostraba ternura, sino en la piedad, ni gusto sino en los ejercicios de devoción, y en todo mostraba una virginal modestia, tan delicada, que se ofendía de ver ó de oir acción ó palabra menos recatada.
Palabra del Dia
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