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Actualizado: 13 de junio de 2025
Ella, finalmente, decretó el traje que las parisinas que deseasen contribuir á la patriótica labor, debían de usar. Era algo muy frívolo, muy de bazar, pero muy bonito: un trajecillo de muselina gris, que disimulase bien el polvo; medias y zapatos del mismo color, y un ancho sombrero de paja adornado por una escarapela. En los diminutos azadones que esgrimían, ardían flores y cintas tricolores...
A pesar de ello, miró discretamente varias veces hacia los visillos medio levantados, tras cuya muselina se dibujaba la figura de la viuda, entretenida en hacer labor. Acaso aquellas miradas fuesen estériles, mas también podían dar resultado; porque hay galanterías, homenajes y aun simples demostraciones de agrado, que son como letras de cambio a muchos días vista.
Las damas pudientes, ya provectas, vestían trajes negros u oscuros de tafetán, de sarga malagueña o de alepín o de cúbica; y las señoritas, sus hijas, iban con trajes de muselina o de otras telas aéreas y vaporosas, pero ninguna sin mantilla, ora de tul bordado, ora de blonda catalana o manchega.
Mi nueva hija vestía con toda la seriedad y elegancia imaginables; llevaba un magnífico vestido de muselina bordada, y un riquísimo velo de encaje que la cubría casi por completo; imposible imaginar otra presencia tan llena de dignidad, de gracia y de modestia. ¡Qué modales tan elegantes y tan llenos de naturalidad!... Yo estaba afectadísima y no me es posible referir todo lo que pasó por mí al ver llegado para mi hijo el momento más solemne e importante de su existencia; he rogado a Dios con mucho ardor, pero debo reprocharme, como me reprocho todavía, el no haber rogado lo bastante; ¿cómo puede una madre dar gracias suficientes por las alegrías de su corazón, cuando llega a tocar para su hijo el colmo de cuanto podía desear?
Desgraciadamente añade el buen gringo prefirieron su independencia nacional a nuestros algodones y muselinas» . Sería bueno proponerla a la Inglaterra, por ver no más cuántas varas de lienzo y cuántas piezas de muselina daría por poseer estas llanuras de Buenos Aires.
Toda su ambición se reducía a divertirse y agradar sin exceso, como el ave que vuela sin saberlo y canta sin esfuerzo. Aquella noche, había vuelto de paseo, cansada y algo indispuesta: se había quitado el vestido y puéstose una sencilla blusa de muselina blanca. Sus brazos blancos y redondos asomaban por los encajes de sus mangas perdidas: se había olvidado de quitarse un brazalete y las sortijas.
Con grandísimas dificultades cuenta los veintisiete doblones y medio, ó sean 1.650 reales, y se los entrega al vendedor, quien, en el acto, y con no menores amarguras, los cuenta también; y envueltos en la bula, y la bula en la muselina de la mujer de Antón Perales, desaparecen en los profundos abismos de la faltriquera que debajo del refajo lleva ésta .
Su voz algo aflautada sólo rendía el pabellón ante el ceceo cubano de la Amézaga capitana. Oigamos el concertante. Pues éste lo compré hoy decía Lola remangando desenfadadamente la manga de su vestido de muselina rosa con lazos de raso granate obscuro, y enseñando un brazalete de cuyo aro pendía un cochinillo retorcido de rabo y potente de lomo, ejecutado en fino esmalte.
Las redondas mejillas de Sofía eran sonrosadas y suaves, los grandes ojos de Sofía eran muy brillantes y azules, y la muselina blanca del trajo escotado de Sofía descansaba muellemente sobre sus hombros blancos y rollizos. Sofía miró al maestro y el maestro asintió con la cabeza. Entonces Sofía dijo con dulce voz: ¡Josué mandó al sol que se parase y le obedeció!
Y al decir esto avanzaba hacia el inspector general y le tendía gentilmente la mano la propia señora Liénard, que vestía una vaporosa falda de muselina y un cuerpo de lo mismo en forma de blusa que le daban una suprema elegancia. Inclinándose Delaberge contestó lo mejor que supo al apretón de aquella pequeña mano un poco tostada por el sol y después se excusó de lo descuidado de su traje.
Palabra del Dia
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