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Actualizado: 29 de julio de 2025


En algunos lugares descendía rápidamente sobre el Mediterráneo, con el ligero declive de un baluarte, sin ninguna alteración que disimulase su derrumbe. En otros puntos su caída era más suave, creando un oleaje de piedra, montañas filiales que avanzaban sobre las olas, dibujando cabos y suaves golfos.

Por la noche se doblaron los cuidados y precauciones de seguridad para evitar una sorpresa; pero los rebeldes abandonaron el sitio y dejaron solo un trozo que disimulase su retirada: para cohonestar mejor su verdadera intencion, los que se mantenian á la vista usaron la cautela de hacer algunas proposiciones á los eclesiásticos que se pusieron á su inmediacion para parlamentarlos, pidiéndoles de nuevo se le entregase la persona del corregidor Orellana, y se publicase el bando que remitieron, mandado observar por el traidor José Gabriel Tupac-Amaru, entreteniendo parte de la mañana siguiente con estas y otras estratagemas, algo mas sutiles y advertidas, que lo que regularmente se cree de una nacion reputada por humilde y poco instruida, hasta que desaparecieron todos en busca de los primeros que desistieron del empeño.

Cuando se convenció de que don Fermín, por mucho que disimulase, estaba enamorado como un loco de la Regenta, furioso de celos, y de que no había sido su amante ni con cien leguas, y de que a ella, a Petra, sólo la había querido por instrumento, la ira, la envidia, la soberbia, la lujuria se sublevaron dentro de ella saltando como sierpes; pero las acalló por de pronto, disimuló, y por entonces sólo dio satisfacción a la avaricia.

Contéles cómo me había topado con don Diego y lo que me había sucedido; consoláronme aconsejando que disimulase y no desistiese de la pretensión por ningún camino ni manera. En esto, supimos que se jugaba en casa de un vecino boticario juego de parar. Entendíalo yo entonces razonablemente, porque tenía más flores que un mayo y barajas hechas, lindas.

Duró la comida no menos de dos horas, y no se acordaba Cervantes de haber comido en su vida de una tan egregia manera, no embargante lo cual, inapetente mostrose; que harto le ocupaban el cuerpo los pensamientos que le combatían, aunque en el semblante sus efectos disimulase; y disimulaba doña Guiomar, pero mostrábase taciturna; y en cuanto a Margarita, no podía pasar bocado, porque su triste madre se la representaba muerta a las crueles manos de la miseria, y recién enterrada, y la desnudez de la mezquina casa que para siempre había abandonado se la ponía en comparación con aquella ostentosísima sala, ennoblecida por tablas y lienzos de los más estimados pintores sevillanos, y con aquella riquísima mesa, cargada de oro y plata, de flores y frutas, en cuyas botellas de rico cristal de Alemania aparecían los dorados vinos de Montilla, y los pardos del Rhin, y los tintos de la Mancha, pareciendo los unos topacios, y carbunclos negros los otros.

Mas no habiéndose determinado por V. S. tiempo fijo, sino sólo prevenido que fuese con toda brevedad y que con título de piedad se disimulase alguna culpable omisión, hubo de pasar el P. Comisario Luis de Altamirano en persona á dichas Misiones, y puesto en ellas comenzó con imponderable empeño, celo y eficacia á actuar su comisión, con tan vivas ansias de que se ejecutase luego todo lo prevenido, que no perdonó diligencia alguna ni omitió instante en la actuación de sus prudentes órdenes y arbitrios á que estuvieron tan prontos los PP. Misioneros para obedecer sus mandatos, que en fuerzas de ellos aun los PP. más ancianos y enfermos se esforzaron para alentar á los indios, unas veces con ruegos y otras con amenazas, haciéndoles presente la obligación que tenían de obedecer á su soberano y cuán bien les estaría exponerse á las fatigas y aún perder sus bienes para acreditar su antigua lealtad.

Ella, finalmente, decretó el traje que las parisinas que deseasen contribuir á la patriótica labor, debían de usar. Era algo muy frívolo, muy de bazar, pero muy bonito: un trajecillo de muselina gris, que disimulase bien el polvo; medias y zapatos del mismo color, y un ancho sombrero de paja adornado por una escarapela. En los diminutos azadones que esgrimían, ardían flores y cintas tricolores...

Por mucho que lo disimulase, el conde observaba que la cintura de su querida se ensanchaba. Cuando, lleno de congoja, comunicó con ella esta observación, se echó a reír: Calla, tonto, lo notas porque ya lo sabes. ¿Quién va a sospechar porque esté un poquito más abultada? Muchas veces le gusta a una llevar flojo el corsé.

Palabra del Dia

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