United States or Armenia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Pesando, pues, atenta y maduramente estos motivos, le pareció que el primero no solo contrapesaba, sino prevalecía al segundo, esperando en Dios que le proveería de Misioneros, como de hecho sucedió, pues llegaron aquel mismo año á Buenos Aires cuarenta y cuatro sujetos de la Compañía, que darán mucha materia á la historia de esta provincia, y los despachaba de España el P. Procurador de esta provincia, Diego Francisco de Altamirano, á cargo del P. Antonio Parra, que venía por superior de todos.

Mas no habiéndose determinado por V. S. tiempo fijo, sino sólo prevenido que fuese con toda brevedad y que con título de piedad se disimulase alguna culpable omisión, hubo de pasar el P. Comisario Luis de Altamirano en persona á dichas Misiones, y puesto en ellas comenzó con imponderable empeño, celo y eficacia á actuar su comisión, con tan vivas ansias de que se ejecutase luego todo lo prevenido, que no perdonó diligencia alguna ni omitió instante en la actuación de sus prudentes órdenes y arbitrios á que estuvieron tan prontos los PP. Misioneros para obedecer sus mandatos, que en fuerzas de ellos aun los PP. más ancianos y enfermos se esforzaron para alentar á los indios, unas veces con ruegos y otras con amenazas, haciéndoles presente la obligación que tenían de obedecer á su soberano y cuán bien les estaría exponerse á las fatigas y aún perder sus bienes para acreditar su antigua lealtad.

Leopardi y Bécquer son los cultos de la adolescencia sentimental de Rafael Delgado. En 1881, a los veintiocho años, leía estudios sobre ambos poetas desamparados, en la «Sociedad Sánchez Oropeza» de Orizaba. El protagonista de Angelina confiesa que sabe de memoria versos de Justo Sierra y prosas de Altamirano. Pero también conoce algunas quejas de esa generación mexicana de grandes clásicos.

Entonces leí muchos versos de Justo Sierra, las crónicas teatrales de Peredo, y las revistas que Altamirano escribía en «El Siglo XIX» y en «La Revista de México». No olvido ni olvidaré jamás el interés con que devoré algunos trabajos literarios publicados en aquellos días.

Para el cumplimiento de sus deseos le ofreció ocasión muy oportuna la venida á Europa del P. Cristóbal de Altamirano, Procurador general de la provincia del Paraguay, á cuyo cargo estaba llevar sujetos de la Compañía que conservasen y dilatasen la fe en aquellas dilatadas provincias.

El año de 1673 entraron con el gobernador D. Ángelo de Peredo los PP. Diego Francisco de Altamirano y Bartolomé Díaz, y pudieron fundar una reducción de Mocovíes, con nombre de San Francisco Xavier, cuatro leguas de la ciudad de Esteco, en que llegó á haber mil y ochocientas almas; pero por juzgar el gobernador y sus consejeros convenir se encomendasen á los españoles dichos indios repartidos en Encomiendas se deshizo aquel pueblo; bien que en aquella entrada lograron los Padres bautizar más de mil almas entre adultos y párvulos.

A este fin, ya le consta á V. S. que antes que llegase á Buenos Aires y á esta provincia, tenía actuadas todas las diligencias que me permitió el tiempo en cumplimiento de los eficaces preceptos que nuestro M. R. P. General, quien con igual empeño nos previno que si fuese posible tuviésemos evacuados los citados pueblos antes que llegase V. S. y por su mano recibiésemos las cédulas en que el Rey nuestro señor nos mandaba lo mismo; y con efecto, cuando las recibimos, ya se habían empezado á conquistar las voluntades de los indios con las eficaces persuasiones de los Padres Misioneros y del que yo había señalado en mi lugar mientras pasaba en persona á la ejecución de las Reales órdenes, y habiendo convenido en dejar sus pueblos, empezaron á salir de ellos algunos exploradores en busca de sitios y tierras competentes para su transmigración, lo que consta á V. S. y al P. Luis Altamirano por las cartas de las Misiones que en respuesta de las órdenes recibí en aquella ciudad, donde también me enviaron Mapa de algunas tierras algo menos proporcionadas, bien que todas son apartadas de los siete pueblos, que algunas no distaban menos que 200 leguas de ellos para la mudanza el cual Mapa mostré y entregué á V. S. en prueba de la pronta obediencia con que desde la primera noticia y orden del M. R. P. General se empezaron á actuar y se estaban actuando las diligencias más oportunas para el deseado intento.

Pero entre las graves dificultades que se ofrecían en tan arduo empeño, siempre hice presente á V. S. que la mayor y aún insuperable estaba en el limitado tiempo que se concedía para tan vasta transmigración, lo que, al juicio de los Padres más experimentados de aquellos países, era físicamente imposible en el estrecho espacio de seis meses, razón que movió y aún convenció al P. Comisario Luis Altamirano para pedir á V. S. concediese á lo menos tres años de término, lo que también representé al Rey nuestro señor, haciéndole demostración de que en menos tiempo era intentar un imposible y consiguientemente compeler á sus rendidos vasallos á que no ejecutasen según fuerzas naturales lo mismo que deseaban obedecer.

Estaba empeñado dicho Altamirano en remover del lugar y oficio al Cura de San Juan, á quien por falsas denuncias, y por su pasion, lo tenia entre ojos, porque le atribuia toda la resistencia de los indios.

En este tiempo llegaron de Buenos Aires, ò de la ciudad del Puerto, mas amenazas, porque el Marques de Valdelirios con mas acrimonia escribió al Gobernador por su retirada. Tambien nuestro Altamirano prohibia con mas rigor se trabajasen las fábricas de pòlvora que ya tenia entredichas: no se dejò piedra por mover, y lo que es mas, interponièndose la ayuda y arte del P. Provincial.