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Actualizado: 16 de junio de 2025
Anda, grasiosa, que tienes ojillos de Virgen... Mira que tengo un ganao de churumbeles que no levantan del suelo tanto así, y están muertesitos de nesesiá. Y seguía enumerando desgracias y muertes, como si la peste negra hubiese pasado por las Cambroneras. Vaya, presiosa, suerta un poquito más de jurdé, que por eso no vas a quedar probe.
Este lamentable daño, que tememos con mucho fundamento, lo debemos mirar también como antecedentes de otras fatales consecuencias á que nos obliga la experiencia que al presente tenemos en otras provincias, pues habiendo tenido en el siglo pasado 300.000 indios de numeración repartidos en el servicio de los encomenderos de la ciudades de Santiago, Córdoba, Tucumán y Rioja, por las estorsiones que de ellos padecían, se levantaron algunos indios rebeldes y fugitivos á los montes del Chaco, que han sido y son al presente la ruina de todos estos lugares y caminos, en que no se puede dar paso sin peligro de robos y muertes por ser innumerables las que han ejecutado en estos próximos años en los cristianos, llevándose los párvulos y mujeres cautivas á sus montes.
Todos estaban borrachos; pero su embriaguez era dulce, sosegada y triste, sin otra manifestación que el suspiro y el canto, lanzándose varios a un mismo tiempo a entonar canciones melancólicas que hablaban de presidios, de muertes y de la pobre mare, eterna musa del canto popular de Andalucía.
Al amanecer escalaron las murallas, y la entraron sin hallar Resistencia ejecutando muertes con tanta crueldad, que por este hecho primeramente, y por los demas que fueron sucediendo, quedó entre los Griegos hasta nuestros dias por refran: la venganza de los Catalanes te alcance.
19 Porque del corazón salen los malos pensamientos: muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, maledicencias. 20 Estas cosas son las que contaminan al hombre; que comer con las manos sin lavar no contamina al hombre. 21 Y saliendo Jesús de allí, se fue a las partes de Tiro y de Sidón.
El pueblo de Bauan, aunque al principio había estado también á orillas de la laguna se había trasladado al interior antes de esta catástrofe. Bayalan y los pueblos de aquel rumbo también padecieron bastante. Hubo muchas muertes de personas á quienes alcanzaron las piedras del volcán y los desplomes de los edificios.
Y las que se intentan por Dios y por el mundo juntamente son aquellas de los valerosos soldados, que apenas veen en el contrario muro abierto tanto espacio cuanto es el que pudo hacer una redonda bala de artillería, cuando, puesto aparte todo temor, sin hacer discurso ni advertir al manifiesto peligro que les amenaza, llevados en vuelo de las alas del deseo de volver por su fe, por su nación y por su rey, se arrojan intrépidamente por la mitad de mil contrapuestas muertes que los esperan.
Las asechanzas y emboscadas eran cada vez más frecuentes, y las muertes y asesinatos parciales sustituyeron á los ataques francos y en masas.
Algún tiempo después del en que hemos dejado la narración de los sucesos de Teruel volvieron a renacer las rivalidades entre las familias Muñoces y Marcillas, pues en los Anales de la ciudad háblase de muchas muertes y heridas en 1356; de haber sido quemado vivo en la plaza del Mercado de Teruel, Ramiro, hijo de Ferránt-Sanchez Muñoz, en 1366; y de otra refriega que hubo en la plaza en 1461, durante las fiestas que se hicieron para obsequiar a los infantes de Aragón que habían ido a la ciudad.
Las memorias de estos años son del mayor interés, no solo por lo tocante á la iglesia de Córdoba, su clero y obispo, sino tambien por la viva pintura que con ellas se hace del infeliz estado de Castilla en tiempo de D. Enrique el Impotente, bajo cuyo infausto reinado, y mediante el escandaloso suceso de Avila, se encendió tanto fuego en la monarquía, que no hubo ciudad que no ardiese en guerras civiles, muertes, robos y sacrilegios.
Palabra del Dia
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