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Actualizado: 16 de julio de 2025


Ignoraba la suerte de la Plata y Potosí, y el éxito que habia tenido el ataque de la Punilla, que meditaba el Gobernador de armas, D. Ignacio Flores. Por instantes llegaban de todas partes españoles fugitivos, que ponderaban los extragos, las muertes y los robos que cometian los indios: nadie se consideraba seguro, y todos creian perecer irremediablemente á manos de la tirania.

Era, relativamente, buena persona, aunque muy desigual y poco lógico. Tenía por norma la arbitrariedad más absoluta; ahora, que dentro de su arbitrariedad, y desde su punto de vista, era justo. Sus dos caracteres más salientes eran el fanatismo religioso y la avaricia. A pesar de las muchas brutalidades y muertes que debía haber hecho en su vida, no se resignaba a perder su lugar en el paraíso.

Batallas, negociaciones, intrigas palaciegas, vidas y muertes de principes, cambios de dinastías, de formas políticas, á esto se reducen la mayor parte de las historias; nada que nos pinte al individuo con sus ideas, sus afectos, sus necesidades, sus gustos, sus caprichos, sus costumbres; nada que nos haga asistir á la vida íntima de las familias y de los pueblos; nada que en el estudio de la historia nos haga comprender la marcha de la humanidad.

No se satisfacieron los Alanos con solo la muerte de Roger, porque al mismo tiempo acometieron todos los Catalanes y Aragoneses que estaban en su compañía, y con atroces muertes los despedazaron, y dice Pachimerio, que Miguel mandó á su tio Teodoro que detuviese á los Alanos y á las demas naciones, que encarnizadas con nuestras sangres salieron de Andrinopoli á degollar todos los que topasen de nuestra nacion, que habia muchos alojados por aquellas aldeas, y que esto lo hizo Miguel porque temió que los suyos no fuesen vencidos, y que su ímpetu no les perdiese.

Ya he caído en la cuenta le dije ; ese general es el que quiera esa renegada Gaviota que sea su padre. De muchas iniquidades había yo oído hablar; de muertes, robos, hasta de piratas; pero eso de renegar de su padre, en mi vida he oído otra. Nicolás se desternillaba de risa; por lo visto, esa indiniá no les coge allá de susto.

Transcurre el tiempo sin que surjan sucesos extraordinarios, y de pronto, las horas valen meses, los días son años, y pasan en unos minutos cosas que en otras ocasiones necesitarían siglos...» ¡Qué de muertes en el espacio relativamente breve que le separa de su última salida de Monte-Carlo!...

Y lo que más es de admirar: que apenas uno ha caído donde no se podrá levantar hasta la fin del mundo, cuando otro ocupa su mesmo lugar; y si éste también cae en el mar, que como a enemigo le aguarda, otro y otro le sucede, sin dar tiempo al tiempo de sus muertes: valentía y atrevimiento el mayor que se puede hallar en todos los trances de la guerra.

Palabra del Dia

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