Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 13 de mayo de 2025
Comenzaban a hacer la vista gorda por huir de compromisos, pero ahora se desesperan y gritan: «Quiere que le matemos.» El mejor día, cazando, el rey se va a encontrar con el Mosco, que anda por todo El Pardo como si fuese de su propiedad. Zaratustra pasó repentinamente a hablar de la muchacha.
Además, pensaba en el Mosco, que podía sorprenderles, enterado de lo que ocurría por cualquier murmurador. No nombraba a su terrible amigo, pero le parecían peligrosos e insostenibles estos idílicos encuentros en campo libre, cerca de las Carolinas. Isidro tuvo la audaz resolución de los débiles.
El Mosco consideraba como enfermos a sus débiles compañeros, fatigados por la marcha. Al otro lado del arroyo, Isidro y el señor Manolo vieron que el camino se deslizaba, tortuoso, entre dos altas vallas de plantas espinosas. El Mosco les ordenó que arrojasen los cigarros; ya no podrían fumar hasta la vuelta: entraban en terreno enemigo.
¡Ah, maldito borracho! ¿Pues no le había de conocer?... Era Coleta, que divertía al barrio con sus extravagancias de beodo. Isidro siguió adelante, y al llegar a la casa del Mosco llamó en vano repetidas veces a la cerrada puerta. Una mujer acudió con las manos cruzadas sobre el vientre.
No vayas por allá, muchacho dijo poniéndose serio . El Mosco es muy bruto, y está que echa chispas. Han pasado dos meses desde que os fuisteis, pero te soltará un escopetazo lo mismo que el primer día. Algunos chavales de la busca que querían a la Feliciana han averiguado dónde vivís, y le llevan este soplo y otros.
Le repugnaba vagar con Feli todas las tardes por los campos inmediatos a los Cuatro Caminos, acompañándola después a su barrio, cuando cerraba la noche. El Mosco, aunque no ponía gran atención en los actos de su hija, comenzaba a mostrar cierta extrañeza por la tardanza con que se presentaba de vuelta del taller, alegando ocupaciones extraordinarias para justificar su retraso.
El Mosco soltaba estos apellidos con cierta unción, entre admirado de su gloria y orgulloso de haber conocido a los que los llevaban, y hacía un mohín de asombro al oír que Maltrana declaraba francamente no conocerlos. Por algo sospechaba que el periodismo estaba en decadencia. La admiración del Mosco se posaba en las más raras cualidades de aquellos genios.
Avanzaban cautelosamente, se detenían, volvían la cabeza para mirar al amo. Su cola elevábase con movimientos que revelaban indecisión; sus orejas aguzábanse con la inquietud. ¡Chist! ¡chist! murmuró el Mosco para que sus acompañantes permaneciesen quietos en la espesura. Todos estaban de rodillas, apoyados en las manos, avanzando la cabeza lo mismo que los perros para oír mejor.
Encontraron al Mosco sentado en un pedrusco cercano a la venta. Quedaos por ahí dijo en voz baja . Entrad a tomar una copa, y no me habléis hasta que os llame. Los dos amigos se sentaron bajo un emparrado, a la puerta de la venta. Era una cabaña de techo bajo, ahumada por dentro, sin otros respiraderos que la puerta y dos ventanucos.
Pero este remordimiento desvanecíase al examinar la cama otra vez, fijándose especialmente en el colchón de muelles. ¡Ella, que no había conocido otro lecho que un jergón sobre tablones en la casucha del Mosco! ¡El, que durante años aguardaba a que le dejasen libre el camastro para descansar sus huesos!...
Palabra del Dia
Otros Mirando