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Actualizado: 2 de junio de 2025
Luego me senté muy cerca de la cama de mi hermana y la miré, esperando la muerte. Seguía con atención todos los síntomas de aquella lenta agonía. Me parecía que mi conciencia estaba fuera de mí y que me veía a mí misma sentada como una estatua de piedra, con los ojos fijos en el rostro de la moribunda.
Turbada, perdí mi calma, se estremeció el corazón, y una celeste ilusión me abrasó de amor el aúna. Me pareció que te vía en la oscuridad profunda, que a la luna moribunda tu penacho descubría. Me figuré verte allí con melancólica frente, suspirando tristemente tal vez, Manrique, por mí. No me engañaba... un temblor me sobrecogió un instante... era sin duda mi amante, era ¡ay Dios! mi trovador.
Ese casamiento es un sueño irrealizable; es un proyecto utópico. Mi hija sería víctima de su propia dicha. ¿No la tengo ahí moribunda por haber sido feliz un solo instante?» 30 de mayo. «En los ocho días transcurridos nada he tenido que apuntar en mi diario.
Un día, cuando ya puede decirse que estaba moribunda, la sorprendió Raimundo de rodillas limpiando con un paño el pie de una mesa. Quedó estupefacto, y después de reñirla cariñosamente la levantó cubriéndola de besos. Una amiga devota que vino a visitarla la insinuó que debía confesarse. Isabel se impresionó tristemente.
Ya nos prestarás un poco para hacer hervir el puchero. Hoy hemos comido bastante mediocremente. Si fuese rico, como lo seré dentro de un mes, os llevaría a cenar al restaurant.» La enferma y la moribunda adivinaron los secretos deseos del viejo.
Ni aun las ramas más altas de los árboles de la huerta se movían, y el disco de Parson, inmóvil, miraba a la inmensidad como una pupila cuajada y moribunda. De doce a tres, se suspendía todo trabajo en la casa, porque no había cuerpo ni espíritu que lo resistiera.
La pobre madre, al mirarlas, temblaba toda, sintiéndose herida en lo más delicado y sensible de su íntimo ser. ¡Extraña alianza de las cosas! ¡Cómo lloraban aquellos pedazos de barro! ¡Llenos parecían de una aflicción intensa, y tan doloridos, que su vista sola producía tanta amargura como el espectáculo de la misma criatura moribunda, cuando miraba con suplicantes ojos á sus padres y les pedía que le quitasen aquel horrible dolor de su frente abrasada!
Este, centinela en un sillón frente al hogar, reanimaba el fuego cuando se iba extinguiendo, y D. Benigno hacía revivir la conversación moribunda cuando Salvador la dejaba apagar con sus monosílabos o con su silencio.
Octavio besó la firma de la carta, dejó caer las manos sobre las rodillas y la cabeza sobre el pecho. Así estuvo largo espacio inmóvil como una estatua, delante de su escritorio. Al volver en sí, escapósele del pecho un suspiro blando y prolongado. Era la nota final, triste y moribunda de una melodía del corazón. Alzóse de la silla y con paso vacilante fué á abrir la ventana.
Habremos visto á una persona moribunda: y durante algunos dias permanece estampada en nuestra imaginacion con su semblante pálido y sudoriento, sus ojos desencajados, sus manos convulsivas, las contorsiones de su boca, su penoso estertor interrumpido por algunos ayes lastimeros; no somos dueños del todo de que no se nos presente repetidas veces la ingrata imágen; pero es bien seguro que si para distraernos nos proponemos un cálculo muy complicado, ó resolver un problema muy difícil, conseguiremos que la imágen desaparezca.
Palabra del Dia
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