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Actualizado: 4 de junio de 2025
Ya sazona la masa de las morcillas, echando en ella, con rociadas magistrales y en la conveniente proporción, sal, orégano, comino, pimiento y otras especias; ya fabrica los chorizos, longanizas, salchichas y demás embuchados. La mayor parte de esto se suspende del humero en cañas o barras largas de hierro, lo cual presta a la cocina un delicioso carácter de suculenta abundancia.
Céfalo, después de matar con un venablo á su querida Procris, exclama así: República celestial, Aves, peces, fieras, hombres, Montes, riscos, peñas, mar, Plantas, flores, yerbas, prados, ¡Venid todos á llorar! Coches, albardas, pollinos, Con todo vivo animal; Pavos, perdices, gallinas, Morcillas, manos, cuajar, ¡Procris murió! Decid, pues: ¡Su moño descanse en paz!
Empezaron el viernes al anochecer, y aún estaban los tres en sus silletas de cuerda el domingo por la tarde, jugando la centésima partida de truque, con el jarro de aguardiente sobre la mesilla de cinc, dejando sólo las cartas para tragarse las sabrosas morcillas que daban gran fama al tabernero Copa por lo bien que sabía conservarlas en aceite.
Podemos mandar morcillas y patas de cerdo sin darles el sabor de nuestro egoísmo; pero el lenguaje es una corriente que casi siempre tiene el gusto del cauce impuro por que corre. Había una porción razonable de bondad en el corazón de las gentes de Raveloe, pero ejercían esa bondad con la franqueza torpe de la embriaguez, empleando las formas en que menos se revelan la amabilidad y el disimulo.
MORCILLA BLANCA O RELLENOS A LA NAVARRA. Se baten doce huevos, se mezcla un cuarto de kilo de arroz cocido antes, doscientos gramos de sebo fresco de carnero, cortado a pedacitos, perejil, cebolla y ajo picados, canela y azafrán molidos; una vez hecha la pasta con todo esto y sazonado de sal, se rellenan intestinos bien limpios, se llena un poco más de la mitad y se pone en una olla para que cuezan lo mismo que las morcillas, cuidando de pinchar a menudo la tripa para que salga el aire y no se revienten; después de fríos se cortan a ruedecitas y se fríen, haciéndolos con sangrecilla frita con cebolla y una salsa de almendra o de tomate.
De las vigas, como bambalinas grasientas, colgaban pabellones de longanizas y morcillas, ó ristras de pequeños pimientos rojos y puntiagudos como dedos de diablo, y rompiendo la monotonía de tal decorado, algún jamón rojo y borlones majestuosos de chorizos. El regalo para los paladares delicados estaba en un armario de turbios cristales junto al mostrador.
Además, contaba Copa con su cuarto-despensa, donde estaban en tinajas grandes como monumentos las verdes aceitunas partidas y las morcillas de cebolla conservadas en aceite: artículos de mayor despacho. Al final de la taberna abríase la puerta del corral, enorme, espacioso, con su media docena de fogones para guisar las paellas.
En los puertos del Trópico, los tripulantes, hastiados de bananas, piñas y aguacates, saludaban con entusiasmo la aparición de la gran sartén de arroz con bacalao y patatas ó de la cazuela de arroz al horno, con la dorada costra perforada por la cara roja de los garbanzos y el lomo negro de las morcillas.
Yo no vengo aquí como el padre Carantoña a tomar chocolate y a recibir morcillas; vengo a arrojar una semilla fructífera en este erial; vengo a arrojar una palabra en este desierto, con esperanza de que alguna vez sea oída.... Me intereso por vosotros porque sois pecadores. El sano no necesita de médico, el leproso sí. Conocí a la señora Nazaria en casa de D. Pedro Rey, y allí supe su mala vida.
Sacamos los vientres, recogimos la sangre, y a puros jergones los medio chamuscamos en el corral; de suerte, que cuando vinieron los amos, ya estaba hecho, aunque mal, si no eran los vientres, que no estaban acabadas de hacer las morcillas; y no por falta de prisa, que, en verdad, que por no detenernos las habíamos dejado la mitad de lo que ellas tenían dentro.
Palabra del Dia
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