Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 22 de mayo de 2025


Estamos en la última zona de explotación, y hemos de atravesar algunas galerías y túneles, bajar escaleras, pasar trincheras, remontar taludes, descender el plano inclinado; en fin, recorrer todas las minas de Socartes desde un extremo, que es este, hasta el otro extremo, donde están los talleres, los hornos, las máquinas, el laboratorio y las oficinas.

Formó allí una banda de facinerosos, para la cual quiso el Demonio señalarme, y salíamos a descubrir enterrados, que llaman, y huacas antiguas, y minas ocultas; y todo lo alcanzábamos a fuerza de cuerda y de hierro. Prendíamos a los caciques y les dábamos tormento, e si no querían declarar, nos íbamos sobre sus chozas y nos hartábamos de sangre. ¡Ah!, no hubo saña como la nuestra.

A la primita dijo Pablo le gustará ver las minas. Nela, ¿no te parece que bajemos? , bajemos.... Por aquí, señorita. Pero no me hagan pasar por túneles, que me da mucho miedo. Eso que no lo consiento dijo Florentina, siguiéndoles . Primo, ¿ y la Nela paseáis mucho por aquí?... Esto es precioso.

Encarándose con Sánchez Morueta, preguntábale qué haría si supiera que en su escritorio existían hombres que deseaban el naufragio de sus barcos, el incendio de sus fábricas, el agotamiento de sus minas, la desaparición total de todo lo que era la existencia de su casa. ¿No los expulsaría, indignado?

En el ensanche, erguía sus torres de un gótico ridículo la iglesia de los jesuítas, con su residencia anexa; y en torno de ella se alineaban con rigidez geométrica, los hoteles y caserones de los nuevos capitalistas, enriquecidos fabulosamente por las minas de la noche á la mañana. Aresti pasó el puente, siempre tembloroso bajo el paso de los tranvías y las carretas, y entró en el Arenal.

No representa nada en este momento, pero ¡quién sabe si algún día!... Se forja la ilusión de que las minas de Méjico pueden reemplazar á su perdida fortuna de Rusia; ¡y entonces!... Siente un deseo vehemente de recuperar la riqueza para hacer el bien; un anhelo que tiene algo de remordimiento.

Si iba a ver al rey, se encontraba la antesala llena de amigos de los encomenderos, todos de seda sombreros de plumas, con collares de oro de los indios americanos: al ministro no le podía hablar, porque tenía encomiendas él, y tenía minas, o gozaba los frutos de las que poseía en cabeza de otros. De miedo de perder el favor de la corte, no le ayudaban los mismos que no tenían en América interés.

Pero él... él, todo lo tenía hecho: las ambiciones de su vida se habían realizado, cristalizándose para siempre. Había querido ser dueño de las minas, y suyas eran en su mayor parte, dándole un rendimiento fabuloso, con la regularidad de una fuente tranquila y perenne. ¿Para qué quería más? Establecía nuevas fabricaciones, y, al poco tiempo marchaban por solas con una exactitud desesperante.

El Milord había sido capataz de las minas de una compañía inglesa, logrando interesar al ingeniero director en fuerza de excederse en la vigilancia del trabajo y no dejar descanso á los peones de sol á sol. La protección del jefe lo elevó á contratista, colocándole en el camino de la riqueza, y, no sabiendo cómo mostrar su gratitud al inglés, había abrazado el protestantismo.

Las minas se empobrecían. Los optimistas las daban vida para veinte años: los más crédulos llegaban hasta treinta. Pero después vendría el agotamiento, la nada; la montaña pelada, con su esqueleto calcáreo al descubierto, sin guardar el más leve harapo del manto que la había cubierto durante siglos, más rico que el de muchos dominadores de la tierra.

Palabra del Dia

bagani

Otros Mirando