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Actualizado: 22 de junio de 2025
-Si yo te hubiera de pagar, Sancho -respondió don Quijote-, conforme lo que merece la grandeza y calidad deste remedio, el tesoro de Venecia, las minas del Potosí fueran poco para pagarte; toma tú el tiento a lo que llevas mío, y pon el precio a cada azote.
Pensé que en la vida había algo más que hacer que buscar el goce y que había otros hombres que en los talleres, en las canteras, en las minas, pasaban sus días en un trabajo penoso para ganar lo necesario y, sin embargo, no habían merecido ser tan desgraciados.
Reía con alegría de niña educada aristocráticamente, al enterarse de las vulgares diversiones de aquellos ricos de la víspera, que, no hacían más que seguirlas huellas de su padre. Todos escuchaban al doctor, el cual, con suave ironía, describió los banquetes pantagruélicos de las minas, con sus lluvias de Cordón Rouge.
Sus palabras evocaban en el pensamiento del médico las minas, con su población miserable, roída por las necesidades materiales y la desesperación de los que sienten sed de justicia. Desde aquellos picachos rojos, transformados y revueltos por el pico del peón y el trueno del barrenador, un nuevo peligro espiaba á la villa opulenta y feliz.
A casa, a casa. Ven tú también, Nela, para que tomes chocolate dijo Penáguilas, poniendo su mano sobre la cabeza de la vagabunda . ¿Qué te parece mi sobrina?... Vaya que es guapa.... Florentina, después que toméis chocolate, la Nela os llevará a pasear a entrambos, a Pablo y a ti, y verás todas las hermosuras del país, las minas, el bosque, el río....
En Nare se engrosó el número de los pasajeros con un robusto Escoces, explotador de minas, un dentista, que forzosamente resultó ser yankee, y un antioqueño que, tan luego como entró al vapor, promovió una rifa, y empezó sus especulaciones.
Tenía un golpe en el corazón, una de aquellas puñaladas que sólo se veían en las minas donde vive tanta gente salida del presidio. Además, le habían herido en la cara, en las manos, en todo el cuerpo. Debían ser dos los que le acometieron, cerrada ya la noche, cuando volvía de Bilbao. Para el juez, el suceso no ofrecía dudas. De allí iría á prender á los culpables sin miedo á equivocarse.
Aresti pensaba en la posibilidad de que desapareciese aquella riqueza origen de tantos males. ¿Para qué servían los tesoros de las minas? Se había embellecido exteriormente la población, tomando el aspecto de una capital: la grandeza de la industria moderna tronaba en la ría por las chimeneas de fábricas y buques; pero la vida era más triste que antes.
El médico atraía las miradas y las preguntas de todos los convidados. Era un original que despertaba interés, viviendo como un solitario en la montaña, en medio de la gente de las minas, de la que se hablaba con cierto miedo en aquel interior elegante y rico.
Esta sola consideracion basta, para que se solicite por todos títulos que se desamparen dichos establecimientos, que por el tratado estan espresamente prohibidos á nuestros fronterizos: y supuesto esto, me detendré un poco en explicar mis ideas, fundadas en los conocimientos geográficos, que hacen ver que no puede el Rey oponerse á los progresos portugueses de dichas minas sino por los esfuerzos de esta provincia.
Palabra del Dia
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