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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Lo mismo sucedió cuando principió a hacer comentarios acerca de la fortuna de Salabert, de los gastos del baile, del extraordinario honor que había merecido de los soberanos aquella noche, etc., etc. Pepa reclinada en su rincón, guardaba un silencio feroz que no anunciaba nada bueno. Pero Emilio, sin desanimarse, tocó con habilidad la tecla que responde en todas las mujeres.
Los dos mil duros de doña Lupe crecieron como la espuma en el término de tres años, renovando obligaciones, acumulando intereses y aumentando estos cada año desde dos por ciento mensual, que era el tipo primitivo, a cuatro. A la pobre víctima le sacó Torquemada mucho más, porque se adjudicó sus muebles riquísimos por un pedazo de pan; pero el tal se lo tenía muy bien merecido.
Yo le miraba y me decía: «bien merecido te está... Aguántate, cachete... Todos somos iguales». ¿Quiere usted que le dé un consejo? Pues trátele a la baqueta. Que suspire, que pasee, que le tome la medida a la calle. Toda la hiel no ha de ser para mí... ¿Quiere que le dé otro consejo? Pues a usted le conviene un corazón como este que yo tengo aquí guardadito, virgen, créalo usted, virgen.
Usted no nos abandonará; velará por nuestra dicha, y si algún día ve asomar a los ojos de Magdalena una lágrima, una sola lágrima de pena o de tristeza cuya causa sea yo, eche mano a una pistola y levántame la tapa de los sesos: lo tendré muy merecido. »Pero no, no haya cuidado: Magdalena no tendrá por qué llorar.
Entonces fue cuando éste se casó con Ramona Pacheco. Nada mejor acordado ni más merecido. Era como la cosecha sazonada de una larga labor de honrados pensamientos. Ramona Pacheco era una sobrina lejana que su principal había recogido huérfana y casi niña, y hembra bien singular ciertamente.
Tanto mejor, si he tenido la felicidad de hacerme comprender bien. Hasta la vista, señor Juan, hasta mañana. Madama Scott y miss Percival tomaron pausadamente el camino del castillo. Y ahora, Zuzie, reñidme bien fuerte... Lo espero... Y lo he merecido... Reñiros, ¿por qué? Diréis, sin duda, estoy segura, que he demostrado mucha familiaridad a ese joven.
Si yo, Virgen sagrada, he merecido De tu misericordia bien tan alto, Quándo podré mostrarme agradecido, Tanto, que no quede corto y falto? Recibid mi deseo, que subido Sobre un cristiano obrar, dará tal salto, Que toque ya, olvidado deste suelo, El alto trono del impirio cielo.
Es el Dios de libertad, señor Simoun, que nos obliga á amarla haciendo que nos sea pesado el yugo; un Dios de misericordia, de equidad, que al par que nos castiga nos mejora, y solo concede el bienestar al que se lo ha merecido por sus esfuerzos: la escuela del sufrimiento templa, la arena del combate vigoriza las almas.
¿Y te has puesto árnica, hijita? ¡Bah, no vale la pena! prosiguió mi tía; comed vuestra sopa, señor cura, y no os ocupéis de esa atolondrada; bien merecido le está. El cura no dijo, pues, nada, me hizo una seña amistosa y me examinó furtivamente. Mas yo no prestaba mayor atención a lo que sucedía en torno mío.
Tuve la suerte de acertar casi siempre; y ya lo mismo le daba a don Pepito Guzmán encontrarse en la droguería con el principal que con el dependiente, cuando de higos a brevas iba por allá con los motivos de costumbre. Retirose nuestro tío, y se murió bien pronto, y continué yo mereciendo todas las atenciones y hasta la amistad que él había merecido del señor de Guzmán.
Palabra del Dia
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