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Actualizado: 12 de junio de 2025
El millonario movió melancólicamente la cabeza. Sí; poseía todo lo que da la felicidad aparentemente; por esto á nadie comunicaba su tristeza, para que no le creyesen loco. Únicamente á su primo, que conocía por sus estudios las rarezas de la vida, se atrevía á hablarle.
Un tanto reposado, pasé a la orilla del río para ver qué vapores había; ¿sabéis cual fue mi primer encuentro? Mi tuerto sabanero, sentado melancólicamente en una piedra, con mi maleta terciada a la espalda, al rayo del sol y entregado a la plácida tarea de hacer patitos en el agua con guijarros que elegía cuidadosamente. ¡Oh, santa paciencia!
Su fisonomía es apacible y animada, su mirada benévola y su sonrisa bondadosa. La resignada es melancólicamente trivial: mirada apagada, sonrisa triste, modo de andar frío. A diez pasos y aun de más lejos se la conoce de una mirada.
Levantó melancólicamente la cabeza el señorito L'Ambert, y contestole con acento dolorido: Doctor, ¿perderé la nariz? No, señor, no la perderéis. ¡Válgame Dios, caballero! ¿cómo podríais perderla de nuevo, si la habéis perdido ya? Y mientras se expresaba de esta suerte, vertía el agua de Brocchieri sobre una compresa. ¡Cielos! exclamó de repente, tengo una idea, caballero.
Cegado por el humo y contando los minutos como siglos, abrió Batiste la puerta, y por ella salió enloquecida de terror toda la familia en paños menores, corriendo hasta el camino. Allí, un poco más serenos, se contaron. Todos: estaban todos, hasta el pobre perro, que aullaba melancólicamente mirando la barraca incendiada.
¡Cómo! ¿aun cuando no entraras en el convento rehusarías su mano? ¡Ah! exclamó la vizcondesa , ¡aquí hay gato encerrado!... ¡tú amas a otro! ¡Tú amas a otro! repitió la señora de Aymaret sin sospechar qué torturas imponía a su amiga. Tal vez murmuró Beatriz. ¿No hay esperanzas, pues? Beatriz respondió melancólicamente por un negativo signo de cabeza. ¿No puedo saber quién es?
Pero ella no quiso oír estas palabras. Se metió en la cama y apagó la luz. Sus ojos quedaron abiertos en la oscuridad. Las horas, sonando con sus cuartos y medias melancólicamente en el reloj de la catedral vecina, no consiguieron cerrarlos. Eran dos lámparas misteriosas que sólo daban luz hacia dentro, alumbrando mil cosas siniestras y punzantes.
Rosa, que había sonreído melancólicamente hasta entonces, recobró su carácter bullicioso. Cuando terminaron, ella, Máxima y Andrés se pusieron a retozar entre los árboles, persiguiéndose con gritos. Sentábanse a descansar breves instantes formando grupo debajo de algún árbol y en seguida tornaban al juego con más ardor.
Cuando pienso en esto me estremezco todavía. Hablando y paseándose por el estudio y por el jardín, los dos hombres llegaron al medio día y se sentaron melancólicamente en el hermoso comedor. No era así como Mauricio había pensado almorzar aquella mañana. Roussel leía este pensamiento en su cara y estaba triste por su tristeza.
Entonces lanza una mirada recelosa a Gertrudis, que estatua viva de la inocencia, canturrea melancólicamente la tonada: En un fresco valle. Sin embargo, entretanto fabrica a hurtadillas las bolitas de pan que le sirven de proyectiles. Juan reprime un acceso de risa y coge disimuladamente una rama de viña, de la que penden todavía algunos racimos secos del año anterior.
Palabra del Dia
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