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Actualizado: 12 de junio de 2025


¿Cree usted? murmuró Delaberge. Los rasgos de su rostro se alargaron y la luz que iluminaba sus azules ojos desapareció de pronto, como apagada por un soplo trágico. ¿Le parece a usted que soy exigente? preguntó ella al notar ese cambio de fisonomía. ¡Tiene usted derecho a serlo! repuso melancólicamente. Entiéndame usted bien; no doy importancia ninguna a lo que llaman figura brillante...

María seguía orando en el cuarto de su madre. Las luces pálidas de la aurora sorprendiéronla todavía de rodillas con la mirada puesta en el cielo. Las hachas de cera, que ella misma había cuidado de colocar en torno del lecho mortuorio, ardían melancólicamente, rompiendo con su cruda luz amarilla la tibia claridad que envolvía la estancia. Nadie osaba distraerla de su devota meditación.

La saludó Moreno desde el otro lado de la puerta, y ella contestó á su saludo melancólicamente. Ahí la tiene usted dijo el padre ; parece otra. Cualquiera creería que está enferma. Son cosas de los pocos años. Sonrió Celinda con indolencia, haciendo un signo negativo al oir la suposición de su enfermedad.

Buenos y recordándote sin cesar... ¡No sabes cuánto llora la tía Felicia! ¡No será más que yo! exclamó sordamente la joven. Hubo algunos momentos de silencio. ¿Cuándo piensas marcharte? Mañana bien temprano. ¿Y te ibas sin darme aviso de que estabas aquí? Nolo vaciló y dijo sonriendo melancólicamente: Pensaba que no te importaría mucho el verme.

Aquel no se mataba melancólicamente como el poeta italiano viendo perdido su amor: moría matando, destrozaba el ídolo, ya que no atendía sus súplicas. Y dulcemente conmovida por la expresión trágica de Rafael, se dejaba llevar por éste, que la había cogido un brazo y la atraía lejos de la avenida entre las copas bajas de los naranjos. Permanecieron los dos en silencio mucho rato.

Adriana, para avivar la sugestión de este recuerdo, solía leer aquel poema francés en que un amante muerto sale melancólicamente de la tumba, llama a la habitación de su amada y murmurándole palabras de lúgubre ternura, la lleva consigo al cementerio.

Mirando melancólicamente a la urraca y su lustroso plumaje dominicano, por asociación de imágenes se le ocurrió que el Padre Alesón podía sacarle del apuro, y fué a pedirle que le prestase un libro de poesías y algún discurso. Belarmino consideraba la poesía y la oratoria como las formas más vulgares de dicción.

De joven fue viñador, gozando de la buena época; aquella de la ida al trabajo en calesín y de la cava con zapatos de charol, de la que hablaba melancólicamente el viejo bodeguero de la casa Dupont. La abundancia hacía generosos a los trabajadores de tales tiempos; pensaban en cosas altas que no acertaban a definir, pero cuya grandeza presentían confusamente.

Quedó un momento pensativo con los ojos melancólicamente puestos en el vacío y luego añadió bajando más la voz: Hace algún tiempo fui a visitar a un amigo cuyo padre se había muerto. Estaba sumido en la desesperación: el llanto bañaba sus mejillas. Y no le faltaba motivo.

Ni la plática afectuosa y elocuente del penitenciario, ni las bromas incesantes de Manuel Antonio mientras tomaban el desayuno, ni las caricias de Jovita, ni la alegría afectada, ruidosa, de su padre lograban sacarla de su extraña distracción. Clareaba el día, un día triste, nublado, que se filtraba melancólicamente por los cristales.

Palabra del Dia

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