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Así dice en la epístola á D. Antonio de Mendoza: «Necesidad y yo partiendo á medias El estado de versos mercantiles, Pusimos en estilo las comedias. Yo las saqué de sus principios viles, Engendrando en España más poetas Que hay en los aires átomos sutiles

Aún cuando todo eso fuera verdad, aún cuando existiese en nuestro país una señorita que requebrase á un toro con el epiteto de amado, y matas que ocultaran facinerosos, y dedales que sirviesen de jícaras, y puñales que á manera de ligas, decorasen las medias de la Manola de Madrid; aún cuando realmente existiera ese enjambre de desatinos, esa porcion de sueños extravagantes y risibles de una imaginacion que tiene fiebre; pues, , señor Dumas, mi muy querido novelista señor Dumas; aún cuando todo eso existiese en España, creo que seria menos malo que lo otro que existe en Paris, menos malo tambien que la calentura que usted padece de decir, de contar poéticas graciosidades, á fin de embaucar á sus paisanos, para que le escuchen con la boca abierta, y aflojen los sueldos de la suscricioncilla.

Déjale partir; lanza de tu pecho el fuego del amor impuro; ámale como a tu prójimo, por el amor de Dios. Guarda su imagen en tu mente, pero como la criatura predilecta, reservando al Creador la más noble parte del alma. No lo que te digo, hija mía, porque estoy muy turbado; pero tienes mucho talento y mucha discreción, y me comprendes por medias palabras.

Sus compañeras trataron de hacerla cantar el para qué la había llamado D. Carlos; pero sólo contestó con evasivas y medias palabras. Suponiendo la Casiana que el señor de Trujillo había tratado con señá Benina el darle los restos de comida de su casa, la trató con miramiento, sin duda por llamarse a la parte.

Las medias calzas de seda aun no eran medias, porque no llegaban más de cuatro dedos más abajo de la rodilla, los cuales cuatro dedos cubría una bota justa sobre la media colorada que yo traía. El cuello estaba todo abierto de puro roto; pusiéronmele, y dijeron: -El cuello está trabajoso por detrás y por los lados.

El coronel, por considerarse hombre de guerra, sólo admitió á medias estas palabras del profesor. La espada, la gloria militar, eran algo: el mundo resultaría feo sin ellas... Pero se calló, no atreviéndose á turbar el entusiasmo de su amigo. Todos los pecados de un lado se redimen al otro.

A la vista del niño, cualquier viejo tapiz se puebla de seres animados. ¡Con qué sencilla fe contempla sobre los viejos y apolillados lienzos la imagen de Syrinx extendiendo aún los brazos, cuando ya está convertida á medias en grupo de cañas, Procrios echando raíces para convertirse en álamo, ó la ninfa Byblis fundiéndose en llanto, para correr eternamente en forma de fuente!

Hasta que Piedad dio un salto en sus brazos, y se le quiso subir por el hombro, porque en un espejo había visto lo que llevaba en la otra mano el padre. «¡Es como el sol el pelo, mamá, lo mismo que el sol! ¡ya la vi, ya la vi, tiene el vestido rosado! ¡dile que me la , mamá: si es de peto verde, de peto de terciopelo! ¡como las mías son las medias, de encaje como las mías!» Y el padre se sentó con ella en el sillón, y le puso en los brazos la muñeca de seda y porcelana.

A Demetria le dan más, por ser arrecomendada de ese que celebra la primera misa, el D. Rodriguito de las medias moradas, que dicen es secretario del Papa. Le darán toda la carne, y a nosotras los huesos. ¡A ver!... Siempre lo mismo. No hay como andar con dos o tres criaturas a cuestas para sacar tajada.

Delante de un espejillo fementido peinó su cabellera soberbia; la cubrió después á medias con un pañuelo de seda azul, cuyos flecos le caían graciosamente por la frente: colgó de las orejas los pendientes de aljófar que su padre le había traído recientemente de Oviedo; ciñó su garganta con tres sartas de corales; apretó su talle con el justillo de cien flores y cordones de seda torzal; se puso el dengue de pana, la saya negra de estameña, la media blanca, el zapato de becerro fino... ¡Ea, ya está lista la zagala!