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Cuanto á , pecador, ni puedo correr metido en este saco harinero que por todos lados me sobra, ni tampoco es cosa de quitármelo y presentarme en el pueblo sin más vestimenta que una almilla rabona, unos gregüescos remendados y un par de zapatos. Ni siquiera medias. ¡Por vida del fraile ladrón!

Iba calzada con medias rayadas y zapatos bajos, mostrando en cada movimiento las enaguas muy blancas. Sin que incurriese en desvergüenza ni descaro, su figura resultaba tan gallarda y airosa como encantador era su rostro. Se presentó en escena con los ojos turbados del miedo; pero en la segunda salida, al terminar una tirada de redondillas, sonaron unos cuantos aplausos y perdió el temor.

La misma Refugio le abrió la puerta, y sorprendiose mucho de verla. Rosalía, turbadísima, vacilaba entre la risa y la seriedad, no sabía si aplicar a la de Sánchez el trato familiar o el trato fino. El caso era muy extraño y encerraba un problema de sociabilidad de muy difícil solución. Desde la puerta a la sala no hubo más que medias palabras, frases cortadas, monosílabos.

Buenas noches respondió ella sonriendo tímidamente. Su padre se llevó la mano al sombrero. Romadonga siguiola con la vista hasta que desapareció por la cancela. Antes de trasponerla Concha se volvió a medias y le echó una rápida mirada de latiguillo.

Los temperamentos como el tuyo necesitan reponer la grasa. Cecilia contestaba sonriendo, con medias palabras, dirigiendo vivas ojeadas de respeto al Duque. Este, que había advertido su plática, por dos veces levantó los párpados para mirarles de aquel modo frío, distraído, que por no expresar nada, ni desdén siquiera, era el colmo del orgullo.

Cada uno tiene las mugeres que pueda comprar, y viéndose aburrido de ellas las rende á otros; y si llegan á tomar algunas cautivas, luego que llegan á sus toldos se casan con ellas: y si dichas cautivas, mas que sean indias, no van contentas, luego las lancean y las arrojan del caballo, y aunque estén medias vivas, las dejan.

¡Ah!... saluda al señor gobernador, a la junta y a la monja... Se ha quitado el sombrero y ahora se pone su redecilla roja. ¡Bueno! Después apoya contra el suelo su ancha espada de dos filos... ¡Jesús! ¡Cuánto oro en su traje color de naranja! ¡estoy deslumbrado! ¡oro por todas partes!... oro hasta en sus medias y en sus zapatos... En fin, ya está en la arena...

Era fuerte, valiente, tímida, tostada por el sol y por el aire del mar, con las cejas un poco juntas. Aquel día estaba vestida de fiesta: llevaba una blusa clara, una falda azul, medias rojas y alpargatas blancas. Cualquier cosa la confundía y la turbaba. Me pareció ser una excelente amiga para Mary y que la tenía mucho afecto. Mary me dijo que ellas iban al faro.

Todos esos sueños me importan poco y me río de ellos como del gran turco con su pipa y sus medias azules. Lo principal es vivir prevenidos, tener municiones, cañones y hombres; eso vale más que todos los sueños... ¿Se ríe usted de lo que digo, Juan Claudio?

Cuando ya la masa está fina, se extiende sobre el mármol con el rollo y con una copa y afianzando sólo la mitad, se cortan medias lunas, que se colocan en latas y se cuecen al horno.