Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 10 de julio de 2025
No los miró, pero la mirada de Maud fue a ella: una mirada agresiva, de cólera mortal, que pareció clavarse en su espalda. Fernando recordó que así miraba la otra; así eran los ojos de Teri cuando en sus viajes le inspiraba celos una compañera de hotel. Los ojos de Mrs. Power, cuando dejaron de ver a Mina, volviéronse hacia Fernando con una avidez de posesión.
Al mismo tiempo, sus ojos se entornaban para mirarlo con una expresión de caricia anticipada. Cesó la música; las parejas se retiraron dándose el brazo. Maud se inclinó un momento para corregir un desorden de su falda, y al incorporarse mostró un gesto de altivez, como si hubiese recordado algo que le devolvía a su glacial serenidad.
Doy doblemente las gracias al señor de Tragomer, puesto que me ha hecho el honor de presentarme á usted, miss Harvey, y me ha procurado el placer de oir á la gran artista miss Hawkins. ¿Vive usted en Londres, sir Carlton? preguntó Maud. Hace una semana. Soy un pobre provinciano y llego de un país al que me habían llevado reveses de fortuna.
El encanto que lo había retenido al lado de María Teresa, había volado al soplo de la fortuna adversa, y trataba de sustituir a la dulce fisonomía que lo seducía todavía, la de miss Maud Watkinson, bellísima joven americana a quien acababa de ser presentado en casa de la Condesa Husson. Esa, sí, se interesaba en cuanto puede inventarse de más excitante, en punto de distracciones de toda especie.
Y cuando Ojeda quedaba solo, ella parecía ocultarse, huyendo de reanudar sus conversaciones. A los ojos escrutadores de Maud no escapaba cierto hermoseamiento de la antigua artista, un mayor cuidado en el adorno de su persona. Fíjese, señor: su amada hace grandes gastos. Hoy va de blanco de pies a cabeza; un traje de piqué, planchado y almidonado; una verdadera coraza.
Maud le contestó con una inclinación de cabeza, elevando también su copa; y para no parecer desatenta, repitió el movimiento mirando a Isidro y luego a Ojeda. Ni la menor emoción en sus ojos claros y fríos. Un gesto de cortesía y nada más. Munster, orgulloso de la amistad que le unía a aquella señora con motivo del bridge, la invitó a reanudar el juego.
Miss Maud se levantó y dijo, fijando en la cara de Jacobo sus ojos perspicaces: Señor de Freneuse, conviene hablar esta noche sinceramente, para que no tengamos después ni penas ni arrepentimientos. Usted tiene proyectos que afligen á su madre y á su hermana.
Llama usted secuestro á estar en una estufa deliciosa con personas bien educadas... Además, si usted quiere, vamos á llamar á miss Maud Harvey y á rogarla que le guarde á su lado hasta que miss Hawkins salga de esta casa y Jacobo con ella. En cuanto los dos se hayan marchado, tendrá usted toda libertad para entrar en los salones y cenar con los invitados de su suegro.
Miss Maud, cumpliendo la promesa hecha á Tragomer, cogió una silla y la llevó al lado del piano, á dos pasos de la cantante. Tragomer, Sorege y Jacobo, como si estuvieran de acuerdo, se dirigieron á la puerta de la estufa.
Marenval, que acechaba á su compañero hacía largo rato, se acercó entonces y preguntó, no sin inquietud: ¿Qué diablos de conferencia han tenido ustedes los tres en ese rincón? Por los ademanes, me parecía que la conversación era grave. Y no se engañaba usted. Á poco me ofrece miss Maud llevarme ella misma á la Nueva Caledonia... ¡Usted se chancea! No, por cierto. Y esto, delante de Sorege.
Palabra del Dia
Otros Mirando