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19 Y viendo una higuera sobre el camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente, y le dijo: Nunca más para siempre nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera. 20 Y viendo esto los discípulos, maravillados decían: ¡Cómo se secó luego la higuera!

Pues apretad el paso, que yo voy hacia alláAl llegar a esta calle tratamos igualmente de informarnos, y también fue en vano; mas en la plaza de la Cebada, al preguntar a un grupo de hombres, todos armados de carabinas, que había delante de una taberna, nos replicó uno de ellos: «¿Ese D. León que manda una barricada, es alto, de bigotes blancos, señor. «¡Toma dijo volviéndose a sus compañeros pues si es el general LeónQuedamos maravillados y pedimos con afán ser presentados a él.

Cuando su padre supo que había estado vagando por el país con su camarada Clark, metiéndose por todas partes, y posando en las casas de los campesinos, le dijo: «¡Dudo mucho, señor, de que sirva Ud. más que para cola de caballoDe su facilidad para los cuentos, el mismo Scott dice que en las horas de ocio de los inviernos, cuando no tenían modo de estar al aire libre, mantenía muchas horas maravillados con sus narraciones a sus compañeros de escuela, que se peleaban por sentarse cerca del que les decía aquellas historias lindas que no acababan nunca.

D. Joaquín exhaló en la hermosa cara de ella el último suspiro, y ella con la dulzura de su mirada mitigó el terror que infunde el ángel de la muerte, y en la herida con que mata derramó el bálsamo de sus lágrimas. Rafaela, por bondad y por orgullo, era generosa y desprendida. En aquella ocasión lo fue de suerte que dejó maravillados a todos los brasileños.

Anduvieron hácia una y otra parte, y reconocieron que allí se acababa la bahia, y allí fenecía el grande y fabuloso rio de San Julian, su gran laguna y el rio de la Campana, tan mentados y decantados en los mapas, especialmente de los extrangeros; quedando harto maravillados de que con tanta confianza se cuenten tales fábulas, y se impriman sin temor de ser cogidos en la mentira.

A todo esto, Morsamor y los suyos notaban con extrañeza que no aparecía nadie y que el Cenobio estaba como desierto. Adivinó el fámulo lo que pensaban y aclaró el caso de este modo: No quiero que andéis maravillados y suspensos al ver esta mansión desierta. En ella no hay en este momento sino otros pocos fámulos como yo, retirados sin duda, cada uno en su celda. Los señores han salido todos.

Y como se sintiesen maravillados todos de su valor y entereza, diéronle doce soldados que mandase, y con ellos combatiese en el lugar del esquife, que era el de mayor peligro.

Entre las destempladas razones que en ella se leen contra el Pontífice Julio II, autor de semejante desmanes, están las siguientes: «De todo lo cual habemos recibido grande alteracion, enojo é sentimiento; é estamos muy maravillados de vos é mal contentos, viendo de cuanta importancia é perjuicio nuestro é de nuestras preeminencias é dignidad real era el auto que fizo el cursor apostólico, mayormente siendo auto de fecho é contra derecho é non visto facer en nuestra memoria á ningun rey, ni visorey de nuestros reinos. ¿Por qué vos no ficisteis de fecho nuestra voluntad en ahorcar al cursor que os lo presentó?

Morsamor cayó también, pero cauto y ligero, no cayó debajo sino encima de su víctima. Aunque Morsamor se levantó con rapidez, allí hubiera muerto, circundado de muchos enemigos, si los de la hueste portuguesa, maravillados y reanimados al ver su hazaña, no hubieran acudido en su auxilio.

Luego que los que ganaron tal privilegio se vieron con la cartas del rei, solicitaron otra de los judíos que regian i gobernaban las aljamas del reino, en que se ordenase al alguacil Fernan Martin la muerte de don Juzaf Pichon . Ejecutada esta el dia 21 de Agosto de 1379, llegó á oidos del rei juntamente con las quejas de los caballeros del reino que estaban sumamente maravillados i ofendidos con un hecho tan injusto; pues que á todos eran notorias las virtudes i honra de don Juzaf Pichon, judío estimadisimo de los mismos cristianos por los muchos i buenos servicios que habia ejecutado en vida de don Enrique II.