Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 24 de junio de 2025
¡Cielos, si será verdad! pensó el bolonio; y añadió en voz alta : Usted me lisonjea, sin duda. No es ese mi carácter, señor de los Peñascales respondió el tuno haciéndose el ofendido. Quiero decir... se apresuró a rectificar el primero. Hagamos punto sobre ello, amigo mío. Puesto que usted lo desea, hagámosle. Y ¿podría saber su gracia? Arturo Marañas; y por añadidura, andaluz y soltero.
No ha dejado, empero, el demonio de hacer de las suyas, para arrancarla de aquí viendo cuánto daño se le ha seguido á su partido; pero descubiertas sus trazas y marañas, se redujeron todas á humo. La otra de San Francisco Xavier se pasó trece leguas más adelante hacia el Septentrión y siempre ha ido en aumento, de suerte que ha sido necesario dividirla en otras Reducciones.
Asombróse Babuco de la locura de hombres que profesan la sabiduría, de las marañas de los que habian renunciado del mundo, de la ambicion y altiva codicia de los que predicaban humildad y desinteres; y coligió que sobraban razones valederas á Ituriel para destruir toda esta raza.
La mente más segura no es capaz de seguir en su laberíntico enredo las direcciones de los vástagos de este colosal árbol de linajes matritenses. Los hilos se cruzan, se pierden y reaparecen donde menos se piensa. Al cabo de mil vueltas para arriba y otras tantas para abajo, se juntan, se separan, y de su empalme o bifurcación salen nuevos enlaces, madejas y marañas nuevas.
Y porque yo no pretendo Tratar de gente extranjera, Sí de nuestros españoles Digo que Lope de Rueda, Gracioso representante, Y en su tiempo gran poeta, Empezó á poner la farsa En buen uso y orden buena; Porque la repartió en actos, Haciendo introito en ella, Que ahora llamamos loa, Y declaraba lo que eran Las marañas, los amores, Y entre los pasos de veras, Mezclados otros de risa, Que porque iban entre media De la farsa, los llamaron Entremeses de comedia; Y todo aquesto iba en prosa Más graciosa que discreta.
Los naranjos sumergidos, todos iguales, formando sobre la corriente complicados callejones, un dédalo en el que se enredaban cada vez más, vagando sin dirección. Cupido sudaba moviendo sin cesar los remos. La barca arrastrábase pesadamente en aquella agua fangosa, llena de marañas vegetales que se agarraban a la quilla. Esto es peor que el río murmuraba.
Que El Ariete habló largamente de la boda de la «hermosa Julieta de los Peñascales con nuestro compañero el distinguido escritor y diplomático don Arturo Marañas», no hay para qué decirlo, porque se supone fácilmente; pero, ¡ay!, a don Simón no le pasó de las narices aquel incienso: conservaba mucho más adentro el recuerdo martirizador de la palabra estúpido, con que le había calificado el mismo que quizá redactaba aquellos lisonjeros párrafos, y sabía de memoria los que había dedicado la misma pluma a su desastre parlamentario.
Y se oyó el leve, pero característico ruido de las tijeras, que cortaron con trabajo los cabellos del centro de la cabeza de doña Clara. ¡Oh, Dios mío! Esto es demasiado largo; no puede sacarse un ramal tal de marañas; el pelo de maraña es más corto. ¿Pero qué maraña es esa, señora? Una verdadera maraña que tú sola puedes desenredar. ¡Yo! Tú, sí, y de una manera muy dulce.
La llanura esparcíase hasta las montañas que, esfumadas por la distancia, cerraban el horizonte; inculta, salvaje, con la solemnidad monótona de la tierra abandonada. Los hierbajos cubrían el suelo en apretadas marañas, matizando la primavera su verde oscuro con el blanco y el rojo de las flores silvestres.
Leonora hacía esfuerzos por contener su risa de niña, al sentirse con los pies apresados por las marañas de juncos y recibir las duras caricias de las ramas que se encorvaban al paso de Rafael, y recobrando su elasticidad la golpeaban el rostro. Pedía auxilio con apagada voz, y Rafael, riendo también, la tendía la mano, arrastrándola hasta el pie del árbol donde cantaba el ruiseñor.
Palabra del Dia
Otros Mirando