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Actualizado: 24 de junio de 2025


El testimonio de Agustín de Rojas, uno de sus contemporáneos, conviene hasta cierto punto con el de Cervantes, cuando se expresa así en su Viaje entretenido: «Digo que Lope de Rueda, Gracioso representante Y en su tiempo gran poeta, Empezó á poner la farsa En buen uso y orden buena, Porque la repartió en actos, Haciendo introito en ella, Que ahora llamamos loa; Y declaraba lo que eran Las marañas, los amores, Y entre los pasos de veras Mezclados otros de risa, Que porque iban entre medias De la farsa, los llamaron Entremeses de comedia; Y todo aquesto iba en prosa Más graciosa que discreta.

En desobedecer á mi madre, en engañarla, en haber atraído á D. Carlos con miradas amorosas y profanas, en complacerme en que guste de y en que me persiga, en desear que siga queriéndome hasta en este instante, cuando ya estoy decidida á no ser suya. En suma, Lucía, mi alma es un tejido de marañas y de enredos, que el mismo diablo trama y revuelve.

Pues entonces ¿a qué todas esas quintaesencias y marañas sutiles con que te devanas los sesos? Dile que ; ámale; cásate con él y verás cuán dichosa eres. Da esperanzas al menos de que le amarás, si no quieres dar un completo y redondo desde el principio. Con estas esperanzas, él lo promete, no se irá a Madrid y permanecerá en Villafría.

Los peines de concha guardaban enredadas en sus púas marañas de cabellos; muchos frascos estaban desportillados, y el blanco mármol tenía pegotes formados por el amasijo de gotas de esencia con los residuos de polvos.

Por esta muchas fiestas se hicieron, Por esta se jugó sortija y cañas, Por esta toros bravos se corrieron, Por esta se hicieron mil hazañas: Por esta algunos justos padecieron, Por esta vide yo muchas marañas, Por esta andaba el pueblo alborotado, Por esta se han los cuatro desterrado.

¿Y quién no le conoce en Madrid?... Digo, en el supuesto de que sea el que yo creo, como me lo dan a entender el periódico, el estilo de los sueltos y sus frecuentes paseos con usted en el salón de conferencias. ¿Luego usted alude...? Al insigne Arturo Marañas. En efecto, le conozco, pero superficialmente...; quiero decir, que no hay entre nosotros...

Me acuesto a obscuras; y en cuanto a papelotes, ninguno me importa nada, ya que maldito lo que me interesa la política. A estas horas no quién manda en España. Lo mismo da que sean unos que otros. Todos son lo mismo: gobernantes, manipulantes y danzantes; y eso de la política, zarandajas, marañas, patrañas y tonterías. El devoto exaltábase al hablar.

Algunos dejaban colgar en torno de su seccionamiento las esquirlas filamentosas de la madera muerta, á semejanza de un mondadientes roto. La fuerza destructora se había ensañado en los árboles seculares: hayas, encinas y robles. Grandes marañas de ramaje cortado cubrían el suelo, como si acabase de pasar por él una banda de leñadores gigantescos.

Todo home face tales añascos y marañas para burlar a nos las doncellas, e después de burladas, el duelo ajeno del pelo cuelga. Mal alfajeme remoje las mis barbas si mi promesa...; pero al pobre Tomillas lo rematan... ¡Santo Dios, qué vapuleo!

Se veía el disco de color de cereza, detrás de las ramas del olivar, como al través de una celosía negra. Sus últimos rayos, a ras de tierra, coloreaban con un resplandor anaranjado la columnata de troncos de los olivos, las marañas de plantas de la tierra, las curvas del cuerpo de la moza tendido en el suelo. La punzante película de las chumberas erizábase como una epidermis luminosa.

Palabra del Dia

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