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Actualizado: 29 de junio de 2025


Infirió Babuco que no podia durar semejante sociedad; que todas las casas habian de estar asoladas por zelos, venganzas y rencillas; que sin cesar habian de verterse lágrimas y sangre; que infaliblemente habian de matar los maridos á los cortejos de sus mugeres, ó de ser muertos por ellos; finalmente que hacia Ituriel muy bien en destruir de una vez un pueblo abandonado á horrendos desórdenes.

Comprendió Ituriel el emblema, y se determinó á no tratar ni siquiera de enmendar á Persepolis, y dexar que anduviera el mundo como anda, diciendo: Si no todo es bueno, á lo ménos todo es tolerable. Subsistió pues Persepolis; y Babuco estuvo muy distante de quejarse, como hizo Jonas que se enfadó porque no fué destruida Ninive.

Entre los genios que á los imperios del mundo presiden, ocupa Ituriel uno de los primeros puestos, y tiene á su cargo el departamento de la alta Asia.

Asombróse Babuco de la locura de hombres que profesan la sabiduría, de las marañas de los que habian renunciado del mundo, de la ambicion y altiva codicia de los que predicaban humildad y desinteres; y coligió que sobraban razones valederas á Ituriel para destruir toda esta raza.

La primera que se levantó de la mesa fué la muger del magistrado, que se encerró en un gabinete inmediato para conferenciar con su director de almas, hombre eloqüentísimo, que con tal energía hubo de discurrir con ella, que volvió abochornado el rostro, humedecidos los ojos, la voz trémula, y los pasos vacilantes. Babuco entónces se empezó á rezelar de que tenia razon el genio Ituriel.

Ha, ha, dixo para , si quiere el ángel Ituriel exterminar á los Persas, también tiene que exterminar á los Indios el ángel de las Indias. Habiéndose informado luego mas menudamente de quanto en ambos exércitos habia sucedido, supo acciones magnánimas, generosas y humanas, que le pasmáron y le embelesáron.

No se dormia nadie, que todos en alto silencio escuchaban, y si le interrumpian, era para dar pruebas de admiracion y ternura general; y con tan vivos y bien sentidos términos se hablaba de las obligaciones de los reyes, del amor de la virtud, y de los riesgos de las pasiones, que arrancáron lágrimas á Babuco: el qual no dudó que fuesen los predicadores del imperio aquellos héroes y heroinas y aquellos reyes y reynas que acababa de oir, y hasta hizo propósito de persuadir á Ituriel que los viniese á escuchar, cierto de que semejante espectáculo le reconciliaria con Persepolis para siempre.

Babuco le dió cien daricos de oro, diciendo: Si no hubiera cosas peores en la ciudad, poco motivo tuviera Ituriel para estar tan enojado. Fué de allí á pasar la tarde á las tiendas de mercaderes de magnificencias superfluas. Llevóle un sugeto inteligente que se habia hecho amigo suyo, compró lo que halló de su gusto, y con muchas cortesías se lo vendiéron mucho mas caro de lo que valia.

Conoció Babuco, puesto que era Escita y enviado por un genio, que si se detenia mas tiempo en Persepolis, le haria Teone olvidarse de Ituriel. Cogia cariño á la ciudad cuyos vecinos eran afables, corteses y benéficos, aunque murmuradores, insustanciales y vanidosos. Temia ya que fuese condenada Persepolis, y hasta temia la cuenta que á dar iba.

Llegó á la antesala del hombre de estado, y estuvo dos horas aguardando á que dixeran que estaba allí, y otras dos despues que lo hubiéron dicho, haciendo en este tiempo firmísimo propósito de recomendar al ministro y sus insolentes concierges al enojo del ángel Ituriel.

Palabra del Dia

rigoleto

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