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Actualizado: 10 de octubre de 2025


Pero antes tengo que asegurarle las muñecas con este precioso par de brazaletes... ¡Era Dechard, cuyo acento inglés reconocí al instante! ¿Desea Vuestra Majestad darme alguna orden antes de separarnos?

Dos meses después estuve libre y salvo y declarada mi inocencia, y para satisfacerme, de capitán que era de la guardia encarnada, hízome su majestad, por los buenos oficios del duque de Lerma, á quien don Rodrigo había dicho mucho bien mío, sargento mayor de la guardia española: mira, pues, si estoy obligado á servir á don Rodrigo.

Ofrécela cuanto quiera y más que quiera, y toma las señas de la casa donde vive y su nombre. Yo añadió el cocinero , no me atreví á negarme; he venido, y temeroso de llevar á su majestad vuestra contestación, he preferido, confiado en vos, deciros lo que os he dicho; pero, por Dios, no pronunciéis ni una sola palabra imprudente, porque su majestad es muy mirado y nos perderíamos los dos.

Fundábanse los que tan feo vicio imputaban al irlandés, en que cuando pasaba por la calle la Majestad de Fernando ó Amalia, la Alteza de mi tío el doctor ó de don Carlos, el buen comerciante dejaba apresuradamente su vara y su escritorio para correr á la puerta, asomándose con ansiedad y mirando la real comitiva con muestras de ternura y adhesión.

Vuestra majestad no tiene que ocuparse de esa pequeñez dijo fray Luis . Vuestra majestad ha querido que ese caballero tenga un medio honroso de vivir y ya le tiene. Lo demás importa muy poco.

éste, con distinta suerte, tiene el hielo caprichoso, el silencio de lo inerte, el misterio del reposo, la majestad de la muerte. Pero si el sol su semblante, rasgando la niebla oscura, muestra en el cenit radiante, su luz parece más pura, su calor más penetrante. Así, cuando el alma ahogada, en misma retirada, gime, presa del dolor, la dicha ménos ansiada parece mucho mayor. ¡Dolor!

No, señora exclamó ofendido en su orgullo dinástico ; su majestad la reina de España, doña María Victoria. ¡Ya!... dijo Currita . ¿Y qué tengo yo que ver con los sentimientos de esa señora?...

En efecto; me he visto obligada á escribiros, y no me he atrevido á confiarlo todo al papel; si no hubiérais vivido en un convento, yo misma hubiera ido á veros. ¿Tan importante es el asunto? ¡Oh! ; importantísimo. Ya he visto por el contenido de vuestra carta... Que su majestad está amenazada. ¡Ah! ¡ah! ¡esto es muy grave! La traición nos rodea por todas partes. Habéis acusado á dos personas.

Salíamos ya casi del estrecho y empezábamos á ver la lucha infatigable entre las grandes ondas del Océano y las menudas olas del Mediterráneo, las primeras lentas, formidables, inmensas, invadiendo el canal con majestad, las otras inquietas, rápidas, revolcándose sobre la gran sabana líquida y queriendo salir al ancho espacio.

No , no dijo verdaderamente asustado Montiño. Tratándose de la honra de su majestad dijo severamente doña Clara , ya comprendéis, Montiño, que es necesario obrar de una manera enérgica; creo que os será preferible confesar ante que ante otra persona...

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