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Actualizado: 27 de julio de 2025
Tú, que para mí, sin duda alguna, eres un porro, sin madrugar ni trasnochar y sin hacer diligencia alguna, con solo el aliento que te ha tocado de la andante caballería, sin más ni más te vees gobernador de una ínsula, como quien no dice nada.
Y cuando la veía colocada en estas condiciones, surgían otros inconvenientes. ¿Es que iba a dormir ella junto a la pared?... No; ella sería la primera en levantarse; había de madrugar para el buen arreglo de la casa, y no quería que Isidro viese turbado su sueño. Nuevos cambios de sitio, otros tirones y esfuerzos, sin que el maldito, lecho llegase a colocarse a su gusto en la estrecha habitación.
En esta sociedad reinaba doña Nieves como en un salón, siendo ella la que pronunciaba las frases maliciosas y chispeantes sobre el suceso del día, y los otros los que las reían. Corríase algunas veces hacia la mesa inmediata, sobre todo a última hora, cuando sus amigos, gente que tenía que madrugar, empezaba a desertar del local. Entonces se formaba una segunda peña.
Señores dijo el notario interrumpiéndose, ya es muy tarde y yo tengo la costumbre de madrugar; si me lo permiten ustedes, dejaremos para pasado mañana la conclusión de mi relato. El miércoles siguiente, era día de función en la Opera, y nos encontrábamos todos en la orquesta, exactos a la cita, y el notario no llegaba.
Don José, el P. Jacinto, el tío Gorico y los demás amigos, muy contentos de haber abrazado á D. Fadrique, contentísimo también de verse entre los compañeros de su infancia, emprendieron á caballo el viaje á Villabermeja, que, con madrugar y picar mucho, pudo hacerse en diez horas, llegando todos al lugar al anochecer de un hermoso día de primavera, en el año de 1794.
En aquella estancia dormían años atrás, en la cama dorada de Anita, él y ella, amantes esposos. Pero... habían coincidido en una idea. A ella la molestaba él con sus madrugones de cazador; a él le molestaba ella porque le hacía sacrificarse y madrugar menos de lo que debía, por no despertarla. Además, los pájaros estaban en una especie de destierro, muy lejos del amo.
Después buscó en su moño dos o tres horquillas, recogiéndose con ellas la rebelde trenza. ¿Me ha dicho usted interrogó el viajero que venían ustedes de León? Sí, señor.... La boda fue a las once de la mañana; pero yo tuve que madrugar para disponer el refresco... refirió Lucía con su sencillez de niña no hecha al trato social . Las tres y media eran cuando salimos de León....
Al oír la campanilla, acudió la chica dando traspiés y restregándose los ojos. Doña Lupe no dijo más que: «a la cama todo Cristo». Era muy tarde y Papitos tenía que madrugar. El sobrino y la cocinerita entraron sin hacer ruido en sus respectivas madrigueras, como los conejos cuando oyen los pasos del cazador. vii
Verdad es que tenemos misa mayor, la cual no exige extraordinario madrugar. ¡Qué solemnidad, qué alegría, qué exaltado entusiasmo respira la iglesia! El sermón versa sobre la infancia de Jesús, asunto que no puede ser más bonito; y oyendo las palabras del cura, parece que es el santo quien habla, porque alza el dedo y su boca entreabierta expresa muy al vivo la emisión de la palabra.
Vete; ya es muy tarde.... Tengo que madrugar.... Mientras tú estás roncando... yo tengo que trabajar en el changarro. Me despedí del buen anciano, y tomé calle arriba, hasta el cementerio de San Antonio. Subí la escalinata, y de codos en la verja me puse a contemplar la ciudad. La noche estaba obscura; negras nubes ocultaban el horizonte.
Palabra del Dia
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