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Actualizado: 14 de mayo de 2025


Satan sin duda con un beso ardiente Selló tu rostro en la hora de tu parto. Y al contemplarte mísero gusano En medio de una gloria colosal Dijiste : «Ya no pondré mi mano, «Adonde alcance con su pié triunfal:» Y envidiando el laurel de la derrota, Y de los libres la postrera gloria, Fuiste á vender cual miserable ilota, Los hijos de la patria y la memoria.

Eran tales las sensaciones que experimentaba el mísero don Pablo Aquiles, que cada palabra de la hermana era una gota de aceite hirviente que le caía sobre la piel; se quitó el sombrero y el abrigo, dejó el bastón sobre la mesa, volvió a sentarse y a levantarse, paseaba, se detenía a escuchar a misia Casilda, hizo ademán de subir a las habitaciones altas, para ahogar al calaverilla del hijo; pero se contenía y se sentaba otra vez, atusándose el bigote, mordiéndose los labios, palmeándose la calva reluciente.

Cesaron lentamente las contorsiones, el hervor del mísero cuerpo: los párpados se abrieron con el escalofrío final, mostrando las pupilas dilatadas con un reflejo vidrioso y mate. El rebelde cogió entre sus brazos aquel cuerpo ligero como el de un niño, y apartando a los parientes, fue poco a poco acostándolo en el montón de harapos.

Cuando el mísero chiquillo, medio ahogado, se sintió libre de aquella estatua de plomo que a poco más le convierte en oblea, miró hacia atrás.... La niña había desaparecido. Perucho no olvidará nunca el desesperado llanto que derramó por más de media hora revolcándose entre las espigas.

Mas antes la harían pedazos que dejase traslucir semejantes afectos, y cuanto más guapo, más esclavo quería al mísero escribiente de D. Diego, más humillado cuanto más airoso en su humillación.

De tal suerte que el mísero ser humano vive en el mundo como el pájaro en el bosque, afinando la vista y el oído para huir ante la sombra más fugaz y al menor ruido. El egoísmo es la esencia del mundo, es su mismo sostén y jamás podremos guardarnos bastante los hombres los unos de los otros. «El hombre es el lobo del hombre», ha dicho con razón Hobbes.

En tu fosa los hombres colocaron Pobre inscripcion en tabla sepulcral: «Aquí yacen los restos»... mas abajo: «Que murió de veinte años á la edad!» ¡Veinte años! cuando el pié aun vacilante Ponías de la vida en el umbral, Cuando para tomar aliento nuevo Te sentaste un momento á reposar... Y reposaste en ese frio lecho En que se acuesta el mísero mortal, Con la cabeza de la en la almohada Y en brazos de la inmensa eternidad.

Nada, nada... pero habrá, habrá sangre.... ¿Y usted lo sabe? ¿Esa mujer ha divulgado mi deshonra?... Eso ha sido también una venganza, no es arrepentimiento; es venganza... pero esto importa poco. ¡Lo que importa es que el mundo sabe!... ¡Desgraciado Quintanar! ¡Mísero de !...

El mísero laúd antojábasele al muchacho un navío almirante, un buque encantado, navegando por el mar de la abundancia. La cena de aquella noche era la primera cena seria que había hecho en su vida.

No había una mancha de prosperidad y riqueza en el mísero mapa de España, que no la ocupasen ellos. En las pobres regiones del interior, condenadas á hambre perpetua y á un cultivo africano, no conocían su existencia. La España mísera quedaba para los curas montaraces y famélicos, para los merodeadores despreciables del ejército de la Fe.

Palabra del Dia

hociquea

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