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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Mientras así charlaba con todos los que se le acercaban, una mujer rebujada en dominó negro, con máscara del mismo color, no le perdía de vista un momento, situada ahora en un punto, ahora en otro; pero siempre a corta distancia de él. Por los agujeros de la careta se veían dos ojos lucientes y fieros.
Serás muy desgraciadito y nadie te compadecerá. La mujer que primero te dé un beso, por esa te morirás y pasarás fatigas, y ella se reirá de ti... Velázquez sospechó en aquel momento que la máscara era Paca, y dijo riendo con fatuidad. Consiento en pasarlas. Dame un beso, prenda. No; no quiero tu desgracia sobre la conciencia... Suelta, niño. El la retuvo á pesar de sus esfuerzos.
Sus amigos, que le conocían bien, descubrían en él menos entereza para desempeñar el papel de libertino, y a menudo se le clareaba la buena índole al través de la máscara. A Maximiliano le contaron que habían sorprendido a Olmedo en el Retiro estudiando a hurtadillas. Cuando le vieron sus amigos, escondió los libros entre el follaje, porque le sabía mal que le descubrieran aquella flaqueza.
Otro quizas hubiera sido el resultado, si el espíritu de venganza hubiese tomado otra forma ménos dura, si cubriendo su faz con mentida máscara, no hubiese mostrado sus facciones feroces.
7 Y deshará en este monte la máscara de la cobertura con que están cubiertos todos los pueblos; y la cubierta que está extendida sobre todos los gentiles. 8 Destruirá a la muerte para siempre; y limpiará el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque el SE
Sale el CUERPO amortajado, con un rostro de mascara, descolorido, como de muerto, y va saliendo poco á poco, y en saliendo, dexase caer en el teatro sin mover pie ni mano hasta su tiempo. Qué es esto? no respondes? no revives? Otra vez has gustado de la muerte?
El desgraciado joven se dejó caer en un banco que en el recibimiento había, el cual semejaba banco de iglesia, y allí se transformó la máscara insana de su rostro, pasando de la furia a la consternación. «Garantíceme usted... pues... que mi honor está... lo que llaman intacto... y yo me tranquilizaré». «¡Tu honor! ¿Pero quién diablos se ha metido con él?
Lo soy bastante; pero sobre todo soy un ser insignificante, indigno de que fijes en él tus hermosos ojos. Por lo pronto, máscara, tienes una cualidad bastante rara en el día: la modestia. Ya no eres, pues, tan insignificante. Cuando no hay mérito, la modestia no es virtud. Déjame comprobar yo misma si es verdad lo que dices. Alza un poquito la máscara.
Pero al revolver la esquina quedó estupefacto viendo frente á sí á Paca, que marchaba tranquilamente al lado de su marido. Sintióse turbado y molesto. ¿Quién era, pues, la máscara que le había dicho la buenaventura? Sin embargo, los abordó con fingida calma y alegría. Charlaron de las máscaras y de las ocurrencias más graciosas que aquella tarde habían oído.
Pero escribía otra vez, procuraba reportarse, y al cabo la indignación, la franqueza necesaria a su pasión estallaban por otro lado; y entonces era él mismo quien aparecía hipócrita, lascivo, engañando al mundo entero. «Sí, sí, decía, yo me lo negaba a mí mismo, pero te quería para mí; quería, allá en el fondo de mis entrañas, sin saberlo, como respiro sin pensar en ello, quería poseerte, llegar a enseñarte que el amor, nuestro amor, debía ser lo primero; que lo demás era mentira, cosa de niños, conversación inútil; que era lo único real, lo único serio el quererme, sobre todo yo a ti, y huir si hacía falta; y arrojar yo la máscara, y la ropa negra, y ser quien soy, lejos de aquí donde no lo puedo ser: sí, Anita, sí, yo era un hombre ¿no lo sabías? ¿por eso me engañaste?
Palabra del Dia
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