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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Era no menos que montero de Espinosa del rey. A pesar de la ruda franqueza de su semblante, de formas pronunciadas y de grandes ojos negros, se comprendía en aquellos ojos que era astuto, perspicaz, y sobre todo arrojado y valiente, sin dejarse de notar por eso en ellos ciertas chispas de prudencia; vestía una especie de coleto verde galoneado de oro; en vez de daga llevaba á la cintura un largo puñal, al costado una formidable espada de gavilanes, calzas de grana, zapatos de gamuza, y sobre todo esto, una especie de loba ó sobretodo, ancho, con honores de capa.
Desde que el sol empezó á iluminar el panorama del Magdalena abajo de Mompos, fue haciéndose mas notable la aglomeracion de poblaciones sobre las márgenes del rio. Así, aunque este ha perdido mucho de su majestad por la gran disminucion de sus aguas en el canal de Loba, las orillas interesan mas porque revelan la existencia de la sociedad, casi nula en el trayecto que media entre Regidor y Nare.
¡Yo cubijera!... ¡yo! aulló aquélla, transformándose repentinamente en una loba rabiosa. ¡Tú, sí!... Y esa bribonaza que me habéis quitao de entre las manos, te corría los cubijos cuando tu probe marido supo lo que eras: esa te traía el aguardiente y te vendía los cuatro trapos para comprarlo.... ¡Y tú, tú matastes al infeliz á pesaumbres!
215 Por fin en una topada en el cuchillo lo alcé, y como un saco de güesos contra un cerco lo largué. 216 Tiró unas cuantas patadas y ya cantó pal carnero: nunca me puedo olvidar de la agonía de aquel negro. 217 En esto la negra vino con los ojos como ají y empezó la pobre allí a bramar como una loba.
Doña Lupe empezó a tomar el chocolate que le trajo doña Fuensanta, y a renglón seguido continuó la relación, imitando la voz y la actitud de la delirante. «Y se ponía así: 'Allí está, mírenlo... el señor de Sor Natividad... La bribona lo tiene preso... Bribona, más que loba.... ¿Sabes tú quién es el señor... con retintín, de Sor Natividad?
Roma la sangrienta ha dejado recuerdo cargado con todas las maldades imaginables: arrasó ciudades á millares, destrozó hombres á millones, se hartó de todas las riquezas terrestres, fué la reina del antiguo mundo por infamias innumerables; por perfidias y por violencias, y á pesar de todos sus crímenes todavía se ha calumniado á sí misma, tomando á una loba por abogada y madre.
Tomóla la capitana de Nápoles, llamada La Loba, regida por aquel rayo de la guerra, por el padre de los soldados, por aquel venturoso y jamás vencido capitán don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz. Y no quiero dejar de decir lo que sucedió en la presa de La Presa.
¡Ay, cómo adoraba á aquel bergante, sólo porque era joven y guapo! ¡Con qué insolencia había proclamado su pasión!... El millonario revolvíase con furia al recordar la escena. Veía los ojos de ella, de una provocación insolente, unos ojos de loba en celo y aún creía oír sus desgarradoras palabras, en la jerga internacional que tanto le regocijaba en los primeros tiempos de su amor.
Ese trayecto de desolacion es largo y abraza mas de treinta leguas, sin mas interrupciones que distraigan un momento al viajero que la vista del Peñon, pueblo miserable de la antigua provincia de Mompos, situado sobre una barranca desnuda á la márgen izquierda del rio; del Banco, pueblecito muy pobre tambien, pero de alguna importancia comercial por sus relaciones con algunas poblaciones interiores, situado á la derecha, cerca de la confluencia del profundo y bellísimo rio Cesar ó Cesari; y del canal de Loba que, disminuyendo en mas de la mitad las aguas del Magdalena, va á engrosar las del Cauca para volver luego á su propio caudal.
Con sus ojos audaces de loba hambrienta invitaba a Luna a entrar. Le gustaba el porte «aseñorado», como ella decía, de aquel hombre, la soltura que le daba su antiguo trato con el mundo.
Palabra del Dia
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