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Comprar cosas. Lo primiero candil de barro. Pero comprarlo has sin hablar paliabra. Me vuelvo muda. Muda ... Comprar cosa... y si hablar no valer. Válgate Dios... Pues bueno: compro mi candil de barro sin chistar, y luego...».

Cuando hacemos ciertas reflexiones y consideramos algunas eminencias, no podemos menos de recordar una célebre frase de un chispeante escritor: decía este, refiriéndose á un amigo suyo, que el mejor negocio que podía hacerse, sería comprarlo por lo que valía, y luego venderlo por lo que él se creía valer; á ser posible semejante transacción mercantil, la pondríamos en planta en Filipinas, en donde mejor que en parte alguna se habían de encontrar productivas facturas.

Tengo yo uno; no necesitas comprarlo repuso la joven tornando a salir de la estancia y entrando otra vez al instante con un cordoncito azul. Y sin más dilación tomó el crucifijo de manos de Miguel, sacó el cordón viejo, metió el nuevo y dijo con naturalidad: ¿Quieres que te lo cuelgue? Bueno contestó Miguel poniéndose otra vez colorado.

Como si fuera tan malo cuanto en la Península se produce, que nadie quisiese comprarlo sino por fuerza, entienden que, separada Cuba de España, no tendremos á quien vender. Los diecisiete y medio millones de españoles peninsulares, asegura el Sr. Merchán que estamos amenazados de miseria y de muerte si perdemos la clientela forzada de 1.200.000 blancos y 400.000 negros sus compatriotas.

Estuvo un rato ocupada en hacer mentalmente la colocación de sus muebles, la cama, la cómoda, una mesa y dos sillas. Por cierto que todo esto tenía que comprarlo, pues de la casa matrimonial no había de sacar nada. Recorriendo el cuarto, pensó que si el casero se conformaba a hacer algunas reparaciones, no quedaría mal.

También son notados de ladrones, y es verdad que roban cuanto pueden, pero a ello les obliga la necesidad; ellos apetecen cuanto ven, y mucho más lo que no hay dentro de los pueblos, y como lo desean y no tienen cómo comprarlo, y aunque tuvieran no hallarían quien se lo vendiera, no conociendo otro modo de adquirirlo, roban, si hallan ocasión.

Era un convento, que en otros tiempos suntuoso, rico, hospitalario, daba pan a los pobres, aliviaba las miserias y curaba los males del alma y del cuerpo; mas ahora, abandonado, vacío, pobre, desmantelado, puesto en venta por unos pedazos de papel, nadie había querido comprarlo, ni aun a tan bajo precio.

¿Qué significa la letra, madre mía? y ¿por qué la llevas ? y ¿por qué se lleva el ministro la mano al corazón? ¿Qué le diré? se preguntó Ester á misma. ¡No! Si este ha de ser el precio del afecto de mi hija, no puedo comprarlo á tal costo. Después habló en voz alta. Tontuela, le dijo, ¿qué preguntas son esas?

¡Yo cubijera!... ¡yo! aulló aquélla, transformándose repentinamente en una loba rabiosa. ¡, !... Y esa bribonaza que me habéis quitao de entre las manos, te corría los cubijos cuando tu probe marido supo lo que eras: esa te traía el aguardiente y te vendía los cuatro trapos para comprarlo.... ¡Y , matastes al infeliz á pesaumbres!

La economía se trocó en privación; la comida, sana aunque frugal, se hizo mala, porque era forzoso comprarlo todo más barato; y se suprimió cuanto se asemejaba remotamente al lujo. El mayor regalo del enfermo quedó reducido a tomar, de vez en cuando, un pedacito de merluza, o a traerle para postre de la tienda inmediata dos onzas de queso o bollos de a cuarto.