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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Luego la alzó y continuó: A poco de haber nacido esa infeliz, oí dos voces: una débil dolorida, llorosa; otra, áspera, imperativa, brutal. Es una niña dijo el hombre. ¡Oh! exclamó la mujer llorando , ¿y no tener quien me ayude? ¡no tener un mal trapo en que envolver á este ángel! ¿Y para qué? dijo el hombre ; voy á envolverla en mi capa y á llevarla á la puerta de un convento.
Tellagorri lo comprendió así y se puso serio, hizo una confesión rápida, arregló sus cosas y, llamando a Martín, le dijo en vascuence: Martín, hijo mío, yo me voy. No llores. Por mí lo mismo me da. Eres fuerte y valiente y eres buen chico. No abandones a tu hermana, ten cuidado con ella. Por ahora, lo mejor que puedes hacer es llevarla a casa de Ohando. Es un poco coqueta; pero Catalina la tomará.
Bajo un clima benigno, señora de la navegación de cien ríos que fluyen a sus pies, reclinada muellemente sobre un inmenso territorio y con trece provincias interiores que no conocen otra salida para sus productos, fuera ya la Babilonia americana si el espíritu de la pampa no hubiese soplado sobre ella y si no ahogase en sus fuentes el tributo de riqueza que los ríos y las provincias tienen que llevarla siempre.
Le quedaba una esperanza: que se hubiera deslizado a través de la cerca para ir a las praderas, donde tenía la costumbre de llevarla a dar una vuelta. Pero la hierba estaba alta y no había medio de descubrir si Eppie estaba allí, sino buscándola atentamente, lo que hubiera sido un delito en el plantío del señor Osgood.
Usted, por su parte, fué como siempre, impetuoso y atrevido... La próxima vez beberemos menos. La «próxima vez» era una invitación que Ferragut repetía diariamente. Deseaba llevarla á comer en una de las trattorias del camino de Possilipo, viendo á sus pies todo el golfo coloreado de rosa por la puesta del sol. Freya había aceptado su invitación con un entusiasmo de colegiala.
En cuanto a Godfrey, se sentía tan feliz, estaba tan sumido en el olvido bajo el encanto prolongado de la contradanza que acababa de bailar con Nancy, que la confusión de la joven le dio bastante audacia como para querer llevarla directamente, sin pedirle permiso, al pequeño salón de al lado en que las mesas de juego estaban preparadas.
Relacionada y aun emparentada por su madre con varias familias aristocráticas de Sevilla y Madrid, disfrutó, aunque sin poseerlo, del bienestar y esplendor que el dinero procura. Desde que había quedado huérfana de padre, sus ricos parientes habían tenido la amabilidad de invitarla a comer con frecuencia y llevarla al teatro y al paseo.
Así os quiero, señor mío, contestó ella, y por que veáis cuánto en vos confío y cuánta es la estimación en que os tengo, para que sepáis bien quién soy, os voy a contar mi historia; eso si no es que os aqueje el sueño, que si tal fuese, mi doncella Florela, que es discreta, os llevarla a un aposento donde pudierais reposar seguro.
En El príncipe villano observamos una fábula novelesca, ya común y conocida, por lo menos, en cuanto al modo de presentarla en el teatro, muy vulgar en España, no siendo preciso atormentar mucho la imaginación para imprimirle algunas modificaciones y llevarla á la escena.
Á Dios gracias, me sobra dinero para llevarla vestida como la hija del mayor caballero... Si no va mejor es porque no quiere... Siendo buena para mí, tu hermana será una princesa, querido, y tú nada perderás tampoco... El chico no comprendía bien, pero le hacían feliz las confidencias de un hombre á quien estaba acostumbrado á admirar y temer.
Palabra del Dia
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