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Actualizado: 16 de junio de 2025


Como la torre de los Lujanes no estaba lejos, y los lacayos que llevaban la litera iban de prisa, muy pronto la litera paró á la puerta de la torre, salió de ella doña Clara, y presentó la orden de soltura al alcaide. Y van dos, las dos principales y hermosas dijo entre dientes el alcaide leyendo la orden. Afortunadamente no le oyó doña Clara.

Todos los objetos que aún no habían sido vistos resultaban semejantes á los otros y carecían de novedad. Se pusieron de pie los altos señores del gobierno, y cada uno de ellos, llevando detrás á una niña-paje encargada de sostener la cola de su manto, fué en busca de su correspondiente litera.

¡Inquisidor general! No si debo alegrarme ó entristecerme. Allá veremos. Entre tanto, y mientras yo estoy fuera del convento, quedáos á la mira. Descuidad. En vos confío. Id, id con Dios y nada temáis. Salió de nuevo el padre Aliaga, atravesó el claustro seguido del gentilhombre, salió del convento, entró en una litera, y aquella litera rodeada de soldados, tomó el camino de palacio.

Adiós, don Francisco; estaba irritada contra vos y dolorida en el alma, y me separo contenta de vos y consolada. Adiós. Dorotea se separó de Quevedo y se alejó á buen paso. Llovía, y más de un transeunte se detuvo á mirar con asombro á aquella dama que parecía tan principal, y que en tal día andaba sin litera, pisando lodos.

Abrióse la litera. Un bulto se acercó á ella. Salid, caballero dijo á Quevedo. Este no conoció la voz del que le había hablado, pero salió. Asíos de mi brazo, que la noche está lóbrega dijo aquel hombre y sois torpe de pies. Y de cabeza, lo que no creía, y me ha hecho creer el verme perdido en estos enredos dijo don Francisco asiéndose al brazo de quien le había hablado ; ¿y á dónde vamos, amigo?

Entré en la litera, y cerrando las cortinas de seda escarlata bordadas de oro, escoltado por los cosacos, penetré en la vieja Pekín, por su puerta babélica, en medio de una turba tumultuosa, entre carretas, caballeros mongólicos armados de flechas, bonzos de túnica blanca, marchando uno a uno, y largas filas de dromedarios balanceando cadenciosamente su carga. Al poco rato la litera se paró.

Además, yo he demostrado al Padre de los Maestros que es mucho más cómodo subir en su litera hasta lo alto de esta mesa, donde podrá conversar con el Gentleman-Montaña horas enteras. También resulta mejor para usted que obligarle á permanecer encogido en un patio, sin atreverse á hacer el más leve movimiento por miedo á irrogar perjuicios costosos. Gillespie aceptó con gusto la visita.

Con decir que aquella litera era un regalo del duque de Lerma, está explicado todo. Del mismo modo, despertado el joven por ella, sorprendido por el breve y extraño diálogo anterior á su salida de la casa, no había podido hacerse cargo de lo exquisitamente engalanada que iba la joven.

Pero continúo con mi suposición: supongamos que con tales antecedentes sale una noche la señora condesa de Lemos en una litera por un postigo de su casa muy encubierta, y que yo, por casualidad, paso por la calle y veo aquello; que al ver aquello me acuerdo de lo otro que por casualidad, ajusto la cuenta por los dedos, entro en curiosidad de saber en lo que quedará la aventura, y me voy detrás de la litera y de los hombres que la acompañan; que así andando, andando, y recatándome, amparado de una noche obscura, sigo á la litera por espacio de cinco leguas, y entro tras ella, recatándome siempre en un lugar... supongamos que aquel lugar es Navalcarnero; que la litera se para delante de una casa y sale la condesa de Lemos muy tapada y se obscurece en la casa, cuya puerta se cierra en silencio; que yo me quedo á la mira, y á las dos noches después, vacilante y trémula, veo salir de nuevo á la señora condesa muy tapada, que se mete en la litera, y que la litera sale del pueblo y toma el camino de Madrid.

Los enlutados, asimesmo, revueltos y envueltos en sus faldamentos y lobas, no se podían mover; así que, muy a su salvo, don Quijote los apaleó a todos y les hizo dejar el sitio mal de su grado, porque todos pensaron que aquél no era hombre, sino diablo del infierno que les salía a quitar el cuerpo muerto que en la litera llevaban.

Palabra del Dia

rigoleto

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