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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Como todas las mañanas, el marqués de Torrebianca salió tarde de su dormitorio, mostrando cierta inquietud ante la bandeja de plata con cartas y periódicos que el ayuda de cámara había dejado sobre la mesa de su biblioteca. Cuando los sellos de los sobres eran extranjeros, parecía contento, como si acabase de librarse de un peligro.

Rápido, y presa de insana y criminal furia, Pedro Pavón acometió enseguida al lego, que huyó despavorido, sin que lograra, apesar de su diligencia, librarse de una terrible puñalada que le atravesó la garganta. A los gritos de los heridos acudieron los frailes, quienes después de muchos esfuerzos, consiguieron sujetar al criminal mientras otros recogían los ensangrentados cuerpos.

Pero el cuerpo de la señorita le buscaba, se apoyaba en él, sin que pudiera librarse de su dulce pesadumbre, por más que echaba el pecho atrás. Afuera, en el patio, sonaba la guitarra del señor Pacorro, y las cantaoras, roncas por el vino, acompañábanla con gritos y palmas.

¿He dicho acaso que iré a ver a Martín? pregunta Juan entre dientes. Y su pecho se levanta como para librarse del peso formidable que lo oprime. ¿Qué? ¿acaso vas a introducirte furtivamente en la casa de tu padre como un ladrón, sin dejarte ver de nadie? ¡No! Iré a despedirme... pero no de Martín.

Y efectivamente, su sonrisa, sus miradas prometedoras, le hacían encontrar otra vez á la Alicia que había marchado junto á él por el camino de la costa con la boca pegada á la suya en un beso interminable. Al quedar solo, le asaltaban sus propias tristezas y preocupaciones. Había recibido noticias de Rusia por varios fugitivos que acababan de librarse de la persecución revolucionaria.

Tiros, señor dijo el conserje . Una descarga. Debe ser en la plaza. Minutos después vieron llegar á una mujer del pueblo, una vieja de miembros enjutos y negruzcos, que jadeaba con la violencia de la carrera, lanzando en torno miradas de locura. Huía sin saber adonde ir, por la necesidad de escapar al peligro, de librarse de horribles visiones.

Tal vez era aquello un recurso que instintivamente encontró su espíritu para librarse, por medio de la contemplación de estas visiones de su fantasía, de la abrumadora pesadumbre de la realidad presente. Pero sea de ello lo que fuere, el tablado de la picota era una especie de mirador que revelaba á Ester todo el camino que había recorrido desde los tiempos de su feliz infancia.

No se hallara República ni príncipe apretado de guerras extranjeras, ó civiles, que haya dejado de llamar en su ayuda gentes de religion y costumbres diferentes, y muchas veces dieron entrada en sus Reinos á los mas poderosos, por librarse del presente daño, sin advertir que pudieran quedar por despojos vencidos, ó vencedores.

Sólo diré que apenas se introdujo allí el conocimiento de la ley cristiana, cuando en breve tiempo se hizo maravilloso fruto; y en tanto que hubo allí hombres de virtud, fué en aumento la piedad y religión; pero después que la codicia de los españoles oprimió con exceso á los pobres inocentes indios, se dieron á la desesperación para librarse de aquel cautiverio en que los tenían los españoles que los gobernaban, á que se oponían los Jesuitas con todo esfuerzo, por ser contra lo que repetidas veces tienen ordenado nuestros católicos monarcas.

No es extraño, pues, que conociendo todo lo ridículo y peligroso de la escapatoria, la favoreciese, alentando al P. Gil, disipando sus escrúpulos. No veía en ella más que un medio de librarse para siempre de aquella insufrible verruga que le había salido. Lo primero que hizo la joven fue pedir al ama una maleta para colocar en ella la ropa que su confesor había de necesitar en el viaje.

Palabra del Dia

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